San José
Larrañaga consigue su cuarto divorcio por Jesús Mariñas
Isabel, la hija de Maribel Yébenes, descansa, por fin, en paz. Han tardado cinco días en enterrarla tras una lenta, dolorosa y enmarañada investigación judicial. Compartimos con la familia, Maribel, la valiente Miriam y Antonio, vencido por el llanto, tan doloroso trance, como si perderla de manera tan absurda o injustificable no fuera suficiente. Han estado arropados por íntimos como Nati Abascal, Isabel Preysler, Jaime Ostos, Begoña Trapote y su hermana, Carlos Goyanes y Blanca Suelves, que reaparecía juvenil bajo una camiseta blanca, mientras Carmen Manzano aportó una comentadísima solemnidad con un estival sombrero pajizo rematado por una flor negra. Manolo Segura acudió con su cuarta esposa de negro riguroso.
Parecidos a los de Segura son los pasos que sigue Carlos Larrañaga, que tras cuatro años con Ana Escribano ha puesto fin a su cuarto matrimonio. El eterno galán colecciona enlaces: primero se casó con María Luisa Merlo en el céntrico templo de San José. Yo tenía entonces en brazos al pequeñísimo Caco porque María se cansaba. Este matrimonio duró 17 años, veinte el que compuso con Ana Diosdado, de la que se quedó prendado cuando ella adaptó «La gata sobre el tejado de zinc», protagonizada por una María José Goyanes que más bien parecía un felino doméstico. Fue un romance con una duración que rompió récords en la historia amorosa del actor, poco dado a dejarse atar. Apenas tres años soportó convivir con la valenciana de cuyo nombre no quiere acordarse, ni falta que le hace. Después de casarse con ella en Malpica, enlace al que acudió hasta Jaime de Marichalar, la aupó socialmente, además de darle gustos de distinto aire.
Después, Ana Escribano supuso un flechazo septuagenario porque Carlos es genio y aún figura con un ánimo amatorio que no envejece ni se doblega. Este prototipo de Don Juan parece haber encontrado momentáneamente un cierto desahogo. «Es la primera vez en mi vida que estoy solo, ¡qué gusto!», dice, y además reconoce que «la niña es lo mejor que he recibido de Ana».
Conociendo su carácter y predisposición, no descarto ir a la quinta boda, que, según él reconoce, «sería póstuma». Sola también dice estar Eugenia Martínez de Irujo, echando por tierra su coladura culé. Ojalá cuaje.
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