Sevilla

Amigos de yate

 
 larazon

Creo que el dibujo es de Antonio Fraguas, «Forges». En él se aprecia a dos valientes vaqueros, amparados por una roca y en pésima situación. Los dos tienen las narices atravesadas por flechas. Uno le dice al otro: «John, son los comanches»; y John responde: «Para mí, Jim, que son los sioux»; y Jim remata: «Pues no sabes el peso que me quitas de encima».

En los barcos –yates para los nuevos bucaneros– se traban amistades profundas.Nada más aburrido para un embarcado que hablar con otro embarcado a los tres días de navegación.

Sucede lo mismo con las novias y novios en el mismo barco. A pocos días de compartir desayuno, aperitivo, copa crepuscular, cena, camarote y cuarto de baño que se estropea, el amor desaparece. La alegría viene de la coincidencia. Otro barco con nuevos amigos, es recibido como el maná. Entonces el barco recién arribado fondea a pocos metros del que estaba fondeado en las azules aguas de Espalmador, se organiza una fiesta, los novios de las novias se acuestan con las novias de los otros novios y viceversa, y el futuro se ilumina. Pero estas coincidiencias de fondeo con barcos habitados por gente joven y tórrida no son frecuentes. Sí en cambio, la llegada inesperada del barco de los pelmazos.

Así que en pleno aburrimiento de Espalmador, alguien otea el horizonte. «¡Horror. El ‘‘Nautilus'' de los Puig de Poch! Nos están saludando!". Y otro se ajusta los prismáticos. «No, es el "Papiolas"de los Ferrusola Pirretas». Y como los vaqueros, el primero comenta: «Pues no sabes el peso que me quitas de encima».

¿Existen posibilidades de no toparse, en todo el Mediterráneo, desde Gibraltar al Bósforo, con los Puig de Poch y los Ferrusola Pirretas? Ninguna. Allá donde se vea un barco fondeado, aparecerán o el «Nautilus» o el «Papiolas» con sus propietarios haciendo molinos de sus brazos, y amenazando con una visita a bordo del barco sorprendido. «Ahora echamos el "tender to"y tomamos una copa». En ese momento, todos los embarcados en el barco atacado por el «Nautilus» o el «Papiolas» alcanzan un acuerdo común. Levar anclas, poner rumbo a Ibiza y tomar el primer vuelo a Madrid, con cuarenta grados a la sombra.

Que eso le dijo el gran capitán Alfredo Álvarez Pickman cuando su mujer, Rosario Urquijo, supo de sus planes de abandonar un lluvioso San San Sebastián y volver a Sevilla. «¿Y qué vas a hacer en Sevilla a cuarenta grados a la sombra?» A lo que don Alfredo respondió: «¿ Y a tí quién te ha dicho que voy a estar a la sombra?».
Eso, los viejos y buenos navegantes.