Actualidad
El huevo de la serpiente por Javier ORS
El antisemitismo es un odio enquistado en Europa. Un fanatismo del que nunca terminamos de recuperarnos. Después de la Segunda Guerra Mundial se afirmó que nunca más volvería, pero siempre termina regresando por alguna puerta trasera para recordanos/subrayarnos los prejuicios de antaño, todas esas genealogías del mal que han ido sobreviviendo, igual que un huevo de serpiente enterrado, a las sucesivas arquitecturas políticas que han ido superponiéndose en el viejo continente. Albert Camus aseguraba que la peste, aunque desaparezca, acaba reapareciendo más tarde o temprano, como si el intelectual nos advirtiera en su novela de que el mal nunca se marcha, sólo permanece latente entre los anaqueles y estanterías de nuestras ideologías torcidas, hasta que alguien va y le da por desempolvarlo. El Estado del Bienestar y la sombra del Holocausto habían congelado en un iceberg temporal aquellas inclinaciones racistas, haciéndonos creer que ya pertenecían al pasado, a la centuria anterior, para descubrir ahora, a tiros, en el cuerpo de tres niños y un profesor, que el siglo XX todavía anda por aquí, agitando sus cascabeles y sonajeros, llamando a la intolerancia y a la aniquilación del otro. Algo que nos enseña lo pronto que se olvidan las lecciones de la Historia y que debería obligarnos a reflexionar sobre lo débiles que son los edificios que sostienen nuestra civilización.
✕
Accede a tu cuenta para comentar