Literatura
Borges fuera clichés
Borges. Genial, incorrecto, ciego, anticipador. El escritor argentino, que creció entre las orillas de dos lenguas universales, la del inglés y el castellano, arrastra la sombra de tres pesadas etiquetas en su biografía: la del fabulador, el bibliotecario erudito y el intelectual de opiniones incómodas, quizá erróneas.
Podrían sumarse dos más: la del profeta en su tierra y el Nobel que jamás recibió el galardón a pesar de sus méritos. La Casa de América de Madrid celebra el 25 aniversario de su fallecimiento con la presencia de su viuda, María Kodama, y una batería de escritores, estudiosos y críticos de la talla de Ricardo Piglia, Alberto Manguell, Ignacio Echeverría y Marcos Ricardo Barnatán, entre otros. Reivindican la insólita vigencia que mantiente su obra y esas claves esenciales que revelan por qué su literatura se adapta a la era textual de internet sin apenas dificultades. «El tiempo es la materia de la que estoy hecho», dijo en una ocasión. Pero parece que el tiempo para él no ha transcurrido. «Es un clásico. No está sometido a las modas de los escritores que suben y descienden en los "rankings"de ahora.
Consiguió ese clasicismo poco a poco. Su presencia en universidades hispanas y anglosajonas asentaron su popularidad», comenta Barnatán. María Kodama va más lejos con su explicación y se retrotrae hasta la antiguedad: «Tiene la vigencia de los trágicos griegos. La de los escritores que saben diseccionar el alma humana, mirar en su interior». Ricardo Piglia añade un matiz iluminador: «Es un autor muy enigmático. Nunca cierra el sentido de sus relatos. Los escritores suelen trabajar con certidumbes, con una verdad. Pero él avanza en sus historias con la duda. Es un elemento que garantiza la relectura. Los lectores tienen la impresión de que el narrador de esos textos está asombrado por lo que ocurre en ellos. Nunca cierra el sentido del todo. Eso es muy importante».
La era digital
La imagen de Borges se proyecta en esta época digital. Una época donde las letras se baten con las imágenes y se impone el hipertexto. Barnatán afirma: «"El libro de arena"se puede leer casi un augurio de internet. Lo más parecido que hay a la red». Piglia aborda el tema desde la altura de otra arista. Señala su interés por las matemáticas, por la lógica, por la filosofía. «Muchos leyeron a Wittgenstein, a Bertrand Russell... pero ningún otro autor escribió "El aleph". Pocos construyeron universos como el suyo. Levantó casi un mundo virtual que se puede rastrear a lo largo de toda su obra. Esa realidad que reconoces a través de otras realidades». Kodama incide en este punto: «Es un visionario, un adelantado a su época. El hipertexto se puede distinguir casi en un título como "El jardín de senderos que se bifurcan". Por eso él se ha adaptado tan bien en un medio como es el de la ciencia y la técnica».
El encuentro con Mick Jagger
María Kodama todavía recuerda el día. Borges esperaba en un hotel y alguien se acercó a él.
–¡Maestro! Le admiro.
–¿Quien es usted?
–Mick Jagger.
–¿De los Rolling Stones?
–¡¿Pero sabe quiénes somos?!
–Claro. Gracias a María.
Jagger siempre reconoció el talento del escritor. Y en un filme aparece, de hecho, leyendo un libro del que llamaba «maestro».
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