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Casa do Largo parada y fonda en Crato

En el norte del Alentejo se descubren numerosos alojamientos con encanto como éste

Fachada del hotel
Fachada del hotellarazon

Se llama Casa do Largo y es uno de esos alojamientos rurales que consiguen, con creces, dejar huella en el viajero. Lugar ideal para descansar, para olvidarse de esas preocupaciones de cada día que a todos nos persiguen.

Situado en el norte del Alentejo, en Crato, a 20 kilómetros de Portalegre y no muy lejos de la frontera española, su dueña, Dª. María Luisa Bello de Morais, ha plasmado su gusto por el diseño y la decoración en unas estancias dignas de ser visitadas. Cada una de un color, cada una con un toque diferente, cada una con un ambiente distinto… Pocas habitaciones, como corresponde a este tipo de hoteles, hacen respirar al huésped agradables aires familiares en cada rincón.

La casa es grande, de esas solariegas de antaño. Sus colores, blancos y amarillos en la fachada, son los típicos de esa zona de Portugal. Su situación es perfecta, en medio del municipio, en una de las principales plazas del pueblo, frente a la «Cámara Municipal».

La sensación de estar en un lugar acogedor se aprecia en cada instante, en cada momento, en cada detalle. La decoración, los libros de lectura, la habitación para juegos de los pequeños, la piscina, el salón, el pequeño jardín contiguo, la típica comida casera alentejana, etc. son evidentes muestras de cuanto escribo. Consiguen que el viajero se sienta casi como en su propia casa.

Me comenta, con lógico orgullo, Dª. María Luisa que muchos de sus clientes repiten una y otra vez. Los tiene de todas las partes de Europa (finlandeses, noruegos, ingleses, franceses, alemanes…, y también españoles). Portugueses en su mayoría, como es normal, pero gracias a Internet son muchos los que procedentes de otros países reservan habitaciones. Tiene huéspedes casi fijos por temporadas. Y es que algunos escandinavos deciden pasar una semana al año por estas tierras, siendo una excelente elección Casa do Largo.

Puedo asegurar que si el viajero busca la paz y la tranquilidad de unas jornadas de asueto, las encontrará entre estas paredes. Disfrutar con la lectura de buen libro junto a la chimenea, bañarse en la piscina, caminar por el pueblo, paseos en bicicleta o a caballo por los alrededores disfrutando de esas interminables dehesas portuguesas son otras posibilidades a su alcance, incluso admirar los extraordinarios restos megalíticos existentes en la zona. En definitiva, el lugar ideal para escaparse unos días.

Lo de los azulejos es algo digno de mención. Algunos del siglo XVI, de gran valor artístico y extraordinaria belleza. Como ejemplo, el que parece vigilar perennemente la piscina y los dos existentes en el restaurante. Todos ellos de dimensiones considerables. En su mayoría fueron elaborados en Portugal aunque, al parecer, hay alguno posiblemente procedente de la holandesa ciudad de Delft, que en el mundo de los azulejos y la porcelana, como es sabido, también tiene mucho que decir.

La sorpresa final llega cuando el viajero descubre el salón para eventos y celebraciones. Hay que cruzar la calle y el asombro es mayúsculo. Ningún indicio parece ayudarnos a adivinar desde fuera el secreto que esconde. Una gran nave perfectamente rehabilitada, de lo que posiblemente fueron unos antiguos establos, enseña, nada más encenderse las luces, su asombroso interior. Si no me dijeran nada, en principio, juraría que se trata de un museo de carruajes. Y es que tanto Dª. María Luisa como su marido han logrado reunir una envidiable colección (unos de la familia, otros adquiridos posteriormente). Entre ellos, y «quizás la joya de la corona», el que perteneció al obispo de la diócesis de Portalegre. ¿Se imagina el lector disfrutar de un ameno cóctel entre carruajes y recuerdos hípicos de lo más variado? Pues es posible y más de uno se ha servido y se servirá en este incomparable marco que aúna la calidad de la comida autóctona con singularidad de un entorno único y novedoso.

Casa do Largo es pues una invitación al descanso y una impecable elección para pasar un sorprendente fin de semana.