Hungría
Desastre medioambiental y veneno para la salud por José Antonio VERA
El problema del vertido de aluminio y otros metales en la cuenca del Danubio no es sólo ambiental sino también de salud. La riada roja es particularmente abundante en hidróxido de aluminio y en óxido de hierro, este último elemento causante de su color característico, aunque los lodos rojos también se generan al lavar la bauxita, previamente molida, con sosa cáustica a presión y temperatura extrema. Tales lodos van a esterilizar los cauces por los que circulen. La sosa es corrosiva tanto por contacto como por inhalación, produciendo quemazón, dificultad respiratoria, enrojecimiento, graves quemaduras cutáneas, dolor de piel y abdomen, diarreas y colapso en general. Medioambientalmente el líquido empapa los suelos, afecta a las raíces y es muy difícil de retirar. El aluminio es el elemento más abundante en el vertido. El suelo terrestre es muy abundante en él, pero casi nunca aparece sólo. Para aislarlo se explota la bauxita, roca en la que este metal es más abundante. En el proceso se muele la bauxita, que luego es tratada con sosa cáustica a presión, de manera que se pueda separar el aluminio del sílice, el titanio, el zinc y el óxido de hierro.
La combinación de todos estos elementos en el vertido es sencillamente mortal para el ambiente y pernicioso para salud. El aluminio en contacto con el oxalato cálcico reacciona de manera muy activa creando un veneno peligroso que se acumula en el organismo. También es un contaminante muy extendido. Se encuentra implicado en muchas enfermedades, entre ellas diferente tipo de demencias. Un mal de la contaminación alumínica es que impide el metabolismo de la fluorina y del fósforo con resultado de pérdida de minerales en los huesos y peligro de osteoporosis. La Harvard Medical School Newsletter afirmó en 1971 que el aluminio podía ser un elemento coadyuvante en esta enfermedad y en otras similares de origen degenerativo. Investigaciones màs recientes subrayan que obstaculiza los procesos normales del cuerpo, se adhiere al ADN, se deposita en los nudos neurofibrilares del cerebro, y puede ser una de las causas de alteraciones neurológicas graves, implicadas en enfermedades como el párkinson o el alzheimer o la demencia de diálisis. Un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto llegó a la conclusión, en este sentido, de que el aluminio es una causa de la senilidad, ocurrida en ocasiones a edad temprana de forma inexplicable. Tras diferentes estudios se hallaron cuatro veces más aluminio en las neuronas de cerebros seniles que en las de los cerebros normales.
Un caso estudiado por la doctora Rees y citado por Marc Ams fue el de un paciente de 32 años que trabajó durante tres cursos como pintor de spray de aluminio en un taller cerrado sin apenas ventilación. Posteriormente fue diagnosticado de esquizofrenia paranoica. Su aluminio capilar era de 150 ppm. Pero no solo eso. La contaminación alumínica afecta igual a los niños. Como el plomo, ha sido relacionado con la hiperactividad infantil y los trastornos de la conducta y variedad de síntomas que abarcan manifestaciones tales como depresión e incapacidad de aprendizaje. El aluminio es absorbido por el intestino y expulsado a través del riñón. En las personas con un funcionamiento anormal de este órgano, se acaba depositando en los huesos y en los tejidos. En pacientes de diálisis a los que se ha practicado autopsia el nivel de aluminio fue de 9 a 15 veces mayor. Para la descontaminación algunos especialistas utilizan deferoxamina, un quelador de hierro que también ejerce esta acción sobre el aluminio aumentando su excreción de dos o tres veces.
Valga esta información a propósito del vertido de Hungría. Sólo la exposición reiterada en el tiempo o el contacto directo produce reacciones adversas. Existe un proceso acumulativo, muchas veces indetectable por procedimiento de análisis habituales. Aunque el peligro en el Danubio no sólo está en la fuerte presencia de este metal, sino en los restos de otros que le acompañan, igualmente tóxicos, y la abundante presencia de la sosa cáustica, que produce un efecto corrosivo y abrasivo similar a la lejía, más que peligroso y causante ya de daños en personas y animales.
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