Lisboa
Alqueva el mayor lago artificial de Europa
De dimensiones ciclópeas, esta inmensa obra de ingeniería, además de transformar el paisaje alentejano, supone, por lo novedoso, un extraordinario estímulo turístico
Escribía Luis Carandell, en su libro «Viajes sin destino», refiriéndose al Alentejo lo siguiente: «estos inmensos campos dejarán en el ánimo del viajero una profunda huella». Me gustaría saber qué hubiera pensado este polifacético y admirado escritor de haber conocido la nueva faceta alentejana.
Más allá de Badajoz, camino de la histórica Évora, se nos presentan las interminables extensiones del Alentejo portugués (dehesas, olivos, viñedos y decenas de canteras de mármol) escondiendo, entre sus muchos tesoros sobradamente conocidos, la curiosidad de albergar en sus tierras el mayor lago artificial de Europa occidental. Su nombre es Alqueva y ha hecho famoso a este pequeño municipio sacándolo de su centenario anonimato.
Este gran embalse presume de tener más kilómetros de costa (naturalmente dulce) que el Portugal continental tiene con el océano Atlántico. Todo está hecho y pensado a lo grande. Sus dimensiones son casi ciclópeas: 250 kilómetros cuadrados de extensión, más de 1.100 kilómetros de perímetro y casi 90 kilómetros de punta a punta son algunas de las cifras de esta inmensidad en pleno Alentejo.
Aprovechando el cauce del fronterizo Guadiana y tratando de almacenar, en una región de muy baja pluviometría, el agua de este río y afluentes cercanos se construyó esta faraónica obra que hoy día es una realidad.
Desde el punto de vista turístico las posibilidades son casi ilimitadas. Más aún si tenemos en cuenta que fantasear con tripular nuestro propio yate sin necesidad de titulación es una ilusión a nuestro alcance. Este pequeño sueño es posible en sus aguas gracias al puerto deportivo de Amieira Marina, donde se alquilan estos «barcos-casa» para navegar a nuestro antojo.
Dotados con todos los adelantos posibles (como GPS y sonar) y cualquier comodidad que imaginemos, se nos brinda la posibilidad de ser por unos días «intrépidos capitanes» en este mar interior sin turbulencias ni oleaje.
Pero, además, junto al placer de embarcarse, las opciones que el viajero tiene son múltiples: bañarse en sus aguas, pescar, atracar en los pueblos ribereños para comer, preparar una barbacoa a bordo, contratar con antelación paseos a caballo o en bicicleta, etc., etc.
Sin duda alguna, es una manera de conocer otra cara de Portugal y de apreciar las posibilidades turísticas de nuestro país vecino desde otra perspectiva. Frente a ciudades archiconocidas como Lisboa, Oporto, Faro o Coimbra, frente a su cosmopolita isla de Madeira o frente al exótico archipiélago de las Azores, emerge un novedoso turismo de personalidad propia y definida.
A sólo una hora de la frontera española (si vamos en coche), o a hora y media del aeropuerto de Lisboa, se encuentra el complejo de Amieira Marina. Un espacio diseñado para que el turista tenga todo lo necesario para embarcar construyéndose, junto al puerto deportivo, otras instalaciones, como supermercado, bar, tienda y un, más que recomendable, restaurante panorámico, donde periódicamente se realizan catas comentadas de vinos de la zona.
Quizás uno de los mejores recuerdos de este viaje es la deseada sensación de soledad que se consigue por unos días, el saber que son pocos los barcos que navegan en este «gran lago». Un silencio que parece hablar. Apenas el ruido de algún animal, como inesperada compañía, que se acerca a beber a estas aguas y poco más… Y es que, el poder disfrutar de un atardecer con el sol poniéndose sobre un horizonte pintado de encinas y alcornoques, junto a la estampa blanca de pequeñas aldeas que ahora se han convertido en ribereñas, conforman un nuevo lienzo del Portugal interior.
Alqueva es, si se desea actividad y naturaleza, acción y movimiento; pero es también paz, tranquilidad y horas para dedicarlas a uno mismo. Sea lo que sea, y sea para quien sea, lo cierto es que es una buena terapia antiestrés, un bálsamo contra el bullicio diario, un antídoto contra los nervios y una vitamina de autoestima. El viajero carga sus pilas, olvida el día a día para sumergirse en un pequeño paraíso de aguas dulces que, aunque queda mucho por explotar, ya enseña, como brotes verdes, sus encantos y posibilidades.
Datos útiles
Web: www.amieiramarina.com
De tener tiempo: Visitar la cercana ciudad de Évora, declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Para cenar: Disfrutar de la extraordinaria cocina del restaurante panorámico de Amieira Marina. Junto a la variada carta de platos tradicionales de la cocina alentejana, el local ofrece una impecable selección de vinos de la zona, una de las denominaciones más consagradas y prestigiosas de Portugal.
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