Teatro
Las bufandas no existen
¿Quién no querría tener a Tomás Gómez de jefe? Vale: cada día es más antipático. Pero con esa manera que tiene de repartir bufandas ¿quién no ardería en ganas de estar bajo su cálido cielo protector? Que te saquen a hombros de un sitio cuando te vas es muy sencillo: no hace falta ni ser majo ni grandes políticas de recursos humanos. Consiste en repartir prebendas en forma de privilegios a un grupo de trabajadores porque no hay nada que dulcifique más el espíritu que una subida de sueldo o un permiso o las dos cosas. Ahora bien: esa bufanda debe cumplir al menos el pequeño detalle de respetar la ley. Y en esas anda la fiscalía del Tribunal de Cuentas: viendo si la bufanda está bien tejida o es un abuso para otros funcionarios de otros ayuntamientos que no han tenido la suerte divina de trabajar en Parla.
El gran benefactor, bienhechor, protector, auxiliador, abnegado, filántropo y humanitario de Tomás Gómez es como el Metrobús: no existe. Porque ahora la ley debe decidir si la gestión ha sido transparente o si Gómez se ha reencarnado en una versión 2.0 de un Papá Noel moderno. Aunque más estilizado eso sí.