Extrema derecha

Bayrou o la espada de Damocles sobre Sarkozy

Bayrou o la espada de Damocles sobre Sarkozy
Bayrou o la espada de Damocles sobre Sarkozylarazon

PARÍS- Una ruptura histórica. La que ayer escenificó el centrista François Bayrou al anunciar que dará su voto al socialista François Hollande el domingo. Una inédita postura que supone romper con veinte años de relación íntima con el centro derecha francés. Y una decisión crucial a tres días de la segunda y definitiva vuelta de las presidenciales francesas porque, aunque no dio consigna de voto a sus tres millones de votantes, podría tener un impacto entre aquellos indecisos y los que esperaban el posicionamiento de su líder.

La derechización de la campaña de Nicolas Sarkozy entre las dos vueltas y los guiños apenas velados al Frente Nacional justificarían este divorcio con su tradicional familia política, con la que comparte el rigor en materia de finanzas públicas, la «regla de oro» presupuestaria que Hollande rechaza, o valores como el trabajo y la familia. El presidente del MoDem (Movimiento Demócrata) responsabiliza a Sarkozy, tras su «buen resultado» de la primera vuelta, de haber iniciado una carrera tras la extrema derecha «en la que no reconocemos nuestros valores». Denunciando la «obsesión sobre la inmigración» y el «restablecimiento de fronteras» que, según él, entra en colisión con sus principios, los de su partido, los del gaullismo y la derecha republicana y social.

El apoyo al candidato socialista, con quien comparte la necesaria «moralización de la vida pública», no prefigura eventuales pactos, aunque sí significa para Bayrou un primer paso adelante hacia la «unión nacional», que considera ineluctable para hacer frente a la crisis que se avecina. Sin embargo, advirtió de que será imposible con el programa económico de Hollande, que calificó de «inadaptado» para la situación actual del país y si cada uno permanece encerrado en la «vieja lógica de partidos». El líder centrista, que recabó un 9,1% de los votos en la primera vuelta, instó al socialista a revisar su proyecto si es elegido. Si no es así, promete una oposición «vigilante y constructiva». «No soy un hombre de izquierdas ni voy a serlo», remató.
Pero esta posición podría esconder una estrategia más calculada y lógica. La de una recomposición del centro derecha si, como los sondeos pronostican, Sarkozy pierde el domingo, lo que podría desencadenar una crisis dentro del partido presidencial, la UMP, que cuenta con una importante corriente centrista.

Concluido el mitin de cierre de campaña en Toulouse –tradición socialista instituida por François Mitterrand en 1974–, el candidato del PS se abstuvo de interpretar el apoyo «personal» de Bayrou como una mano tendida. «Respeto su independencia y libertad», pero negó que haya habido negociaciones entre ellos. «No hay que extraer ninguna conclusión», dijo.

Quien no reaccionó fue el presidente saliente, que dio su último gran mitin de campaña en Toulon (Costa Azul) antes del anuncio. En este feudo de la derecha, donde Sarkozy se impuso el pasado 22 de abril, seguido de la ultraderechista Marine Le Pen, el aspirante elíseo reservó una virulenta salva de ataques a su rival socialista. Un día después del encendido debate en el que, según los observadores, no se desmarcó un claro vencedor. Sarkozy confirmó su solidez y precisión. Hollande consolidó su estatura «presidencial».

Un presidenciable que Sarkozy comparó a los mandatarios de la inestable IV República francesa: «De los que no toman ninguna responsabilidad, no nombran a nadie ni deciden nada», asestó el candidato de la UMP cuestionando las competencias de Hollande. Un adversario que representa una izquierda a la que acusó de «estropear la República» con su inclinación por el «laxismo» y el «todo vale», remachó entre las ovaciones del auditorio.

 

Un combate en tablas
Los medios franceses coincidían ayer en no señalar a ningún ganador claro del duelo televisivo entre Sarkozy y Hollande. Según los sondeos, el candidato socialista estuvo más sobrio y convincente, mientras que Sarkozy fue más creíble. Como favorito, el candidato socialista, prefirió no arriesgar, mientras que el presidente-candidato, más hábil en el medio televisivo, no logró dejar K.O. a su rival.