París

El «lifting» llega a la alta costura

Son tan inevitables como seguramente merecidos. Cada temporada los halagos llueven irremediables sobre los cada vez más escasos clásicos de la alta costura parisiense. Si Gaultier se halla «en la cumbre», Galliano «vuelve a las raíces "fifties"de Dior» mientras Chanel «no coge ni una arruga» gracias a Karl Lagerfeld, sentencian los comentaristas.

 
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Sin embargo, los valores seguros no son la novedad de esta semana de desfiles primavera-verano marcada globalmente por etéreas y ligeras propuestas. Si la alta costura rejuvenece no es sólo porque el káiser sea más eficiente que el botox y desempolve, arrancándoles años y adaptándolos al momento presente, cada uno de los clásicos de Mademoiselle Chanel, sino también por los nuevos nombres que han logrado hacerse un hueco en el exclusivo calendario.

Son jóvenes y están dispuestos a revolucionar. O al menos a modernizar esta especificidad parisién que es la «Haute Couture» y que ha perdido en sólo veinte años más de la mitad de sus veinticuatro miembros. Christian Lacroix fue el último grande en abandonar. Antes lo hicieron, Yves Saint Laurent, Thierry Mugler y Paco Rabanne.

Maxime Simoëns tiene sólo 26 años pero promete. Defiende una «nueva costura», una suerte de prêt-à-porter de «ultra-lujo» en el que mezcla a partes iguales minimalismo y barroco. Por su precocidad se le compara ya a YSL aunque aún le queda trecho para demostrar una genialidad a la altura del maestro. Se ha curtido en Balenciaga y Gaultier, maison en la que Alexandre Vauthier ha pasado ocho años antes de lanzarse y convertirse en el nuevo hallazgo de las celebrities. Madonna se antojó de un minivestido-combinación en jersey de seda con incrustaciones de strass hace un par de años y desde entonces Rihanna o la extravagante Beth Ditto se han sumado a su cartera de clientas.

Con Julien Fournié, ex director artístico de Torrente, otro clásico de la alta costura caído en desgracia, se cierra la terna de las nuevas promesas. Ahora son sólo miembros invitados aunque con posibilidades de ganarse la denominación e integrar de pleno derecho este selecto olimpo como acaban de hacer el brasileño Gustavo Lins y el francés Christophe Josse. O como Stéphane Rolland que desde 2007 desfila con su propia marca tras diez años llevando las riendas de Jean-Louis Scherrer, siendo entonces el creador más joven dentro de esta categoría. En este tiempo su visión renovada del lujo se ha consolidado entre una fiel clientela. Tanto como el sobrenombre de «arquitecto» de la alta costura por el que ya se le conoce gracias a sus cortes perfectos, y su impecable estructura que hacen que sus siluetas sean fluidas, ligeras y aéreas pese a los kilómetros de tejido.

Claro que, todavía les queda para hacer historia a golpe de aguja, a la manera de Eliee Saab. Aunque hoy Rania de Jordania es su abanderada universal y parece una vaca sagrada en París, lo cierto es que tan sólo hace ocho años que la Cámara Sindical de la Alta Costura invitó al libanés a desfilar por primera vez, después de ser el primer extranjero en introducirse en el selecto club de la Cámara Nacional de la Moda Italiana.