Castilla y León
Lágrimas rezos y dos pupitres vacíos
Caras largas de tristeza. Un equipo de psicólogos evaluó ayer el estado de los compañeros de clase de las dos víctimas.
Valladolid/Madrid - Ayer no fue un día normal en el Colegio de Nuestra Señora de la Consolación de Valladolid. La muerte de Jairo y María, de 9 y 11 años, respectivamente, presuntamente asesinados por su madre, M.C.S.C., de 40 años, el pasado jueves en el barrio Parquesol de Valladolid, ha roto el corazón de profesores, padres y alumnos del centro.
Nadie lo esperaba. Ni los compañeros de clase, ni los profesores, ni los propios padres de los compañeros de Jairo y María, muy conocidos en el centro, donde estaban escolarizados desde la etapa infantil.
Multitud de medios de comunicación se agolpaban a la salida del colegio. Caras largas y muchas lágrimas entre los alumnos. En el interior, se dedicaron cinco minutos a la oración y la reflexión en memoria de los dos niños. Mientras, un equipo de psicólogos de la Junta de Castilla y León y del propio equipo directivo del centro educativo evaluaban el estado emocional de los alumnos.
En el barrio de Parquesol, reina el desconcierto. «Ha sido algo terrible e impensable. Parecían muy unidos y era normal ver a la madre jugar con ellos por las tardes», señalaba una vecina. «Siempre ha sido una mujer muy agradable en el trato», aseguraban otros vecinos que, en cambio, dejaron entrever que la detenida no había superado la separación de su marido y que estaba muy desmejorada. En este sentido, advirtieron de que podría estar medicándose para hacer frente a un proceso de depresión.
Mientras tanto, la investigación continúa su curso. Los primeros resultados de la autopsia indican que los menores tomaron somníferos –que deberá ser corroborado por el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid–, aunque queda por confirmar si fueron asfixiados.
Según indicaron fuentes de la investigación, lo que sí parece evidente es que los niños no acudieron a clase el día de su fallecimiento y que el asesinato se produjo varias horas antes del hallazgo de los cadáveres. La mujer fue trasladada al Hospital Clínico e ingresada en la Unidad de Psiquiatría, donde permanece ingresada hasta que mejore, aunque durante la jornada de hoy podría ser requerida por la Policía para que preste declaración.
Otros casos de parricidio
Mónica Juanatey
- Mahón, julio de 2008.Mónica tenía miedo de que su nueva pareja supiera que tenía un hijo de nueve años. En 2008, cuando sus padres lo enviaron a Mahón desde Galicia, lo ahogó en la bañera y lo abandonó en una maleta. Fue descubierta y detenida la semana pasada.
Lianne Smith
- Gerona, mayo de 2010.Lianne Smith asfixió a Rebecca y Daniel, de cinco años y once meses, respectivamente, el pasado mes de mayo en un hotel de Lloret de Mar (Gerona). La parricida, casada con un pederasta, temía que su marido le quitara la custodia.
A. J. M.
- Navarra, febrero 2008.Una mujer de 40 años, en tratamiento psiquiátrico y en proceso de divorcio, intentó matar a sus cuatro hijos –de tres, siete, doce y catorce años– con tranquilizantes. Como no lo logró, asfixió a los dos más pequeños. Fue condenada a 38 años de prisión.
ANÁLISIS
La depresión como desencadenante
- ¿Cómo puede llegar una mujer a una situación así?
– Cada caso es único y como tal debe de ser estudiado por separado. En cambio, en lo que coinciden los psiquiatras forenses es en la rareza de este tipo de casos. Defienden que la mujer suele tener un instinto de protección sobre sus hijos que les impide acabar con ellos, aunque en ocasiones lleguen a maltratarlos o a culparlos de determinadas situaciones personales. Además, cuando se producen esos casos, suelen estar ligados a procesos de depresión fuertes, de larga duración. Estas ocasiones suelen acabar en un intento de suicidio cuando, una vez consumado el acto delictivo, la mujer se da cuenta de la gravedad de los hechos que, añadidos a la unión maternal con sus hijos deriva en un acto lesivo contra su propia vida.
-¿En qué medida se puede tratar de un caso de psicopatía?
– Este tipo de casos son los menos habituales. Suelen ser protagonizados por madres muy egoístas, que suelen elaborar en su cabeza una realidad ficticia que asumen como verdadera. De todas formas, hay que analizar otras variables como el comportamiento, la afectividad o las relaciones sociales.
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