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El año del magnate

La Razón
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E l año pasado hubo sangre en el ring: en todas las ceremonias de premios «En tierra hostil» y «Avatar» salían a luchar con el puño desnudo, reproduciendo la leyenda de David y Goliat entre las cuerdas de una industria que necesitaba refrendar su prestigio elogiando el arte menor, doméstico, frente al gigantismo desenfrenado del futuro en 3D. Los cuatro Globos de Oro a «La red social» parecen enfocados a repetir la jugada, aunque la excelente película de Fincher engloba las cualidades que las dos contendientes de 2010 se empeñaban en exhibir por separado. «La red social» es, por un lado, un filme de personajes y diálogos, lo que mal conocemos como «película pequeña», y por otro, es una película del futuro, en la que Fincher comprime el mundo contemporáneo –esa realidad virtual de relaciones íntimas y públicas denominada Facebook– en el disco duro de un magnate por el que hay que sentir tanto desprecio como compasión. Quizá lo que ha querido demostrar la Asociación de Prensa Extranjera en Hollywood es que, por una vez, está de acuerdo con la crítica. No es que los Globos de Oro gocen de mucha credibilidad, pero sirven como brújula de las tendencias oscarizables. Si tenemos que fiarnos de su veleta, el Colin Firth de «El discurso del rey» no tendrá rival en el Shrine Auditorium, no porque se merezca el Oscar al mejor actor, sino porque la Academia tiende a compensar sus errores (debería haberlo ganado por «Un hombre soltero»). Los Globos de Oro separan la categoría de drama de la de comedia, lo que hace que en la de mejor actriz se libre la única batalla que vale la pena tener en cuenta de cara a los Oscar, la que enfrenta a la Annette Bening de «Los chicos están bien» con la Natalie Portman de «Cisne negro». En mi opinión, debería ganar esta última, pero Hollywood, que quiere fingirse liberal, puede premiar a la veterana esposa de Warren Beatty interpretando a una lesbiana a la que le gusta llevar los pantalones en casa.