Literatura
La imposibilidad del amor real
Hay quien escribió que nuestra época es aquella en la que el hombre no puede comprometerse con su destino de ser a través de los demás, y que considera, como decía Sartre, a los otros su infierno. Y aquí no hablamos, por supuesto, de un compromiso social, sino de un compromiso afectivo y amoroso.
El amor fue el gran tema del siglo XX, donde Hollywood fue el Vaticano de las almas amorosas. Pero quizá en ningún tiempo como en la modernidad se habló tanto del amor a la vez que aumentaba la imposibilidad de dejar de estar atrapados por unos egos absolutos, como oteó Freud. La suma del ideal del amor absoluto y la imposibilidad del amor real es, quizá, la clave y el muro maestro de «El tiempo mientras tanto», de la periodista y escritora Carmen Amoraga. Y que ha sido finalista del premio Planeta 2010.
Carmen Amoraga ya había escrito sobre la indagación coral en el amor (tres amigas, en «Algo tan parecido al amor», finalista del premio Nadal 2007), e incluso los motivos del amor fueron eje en su primera novela, «Todas las caricias», II premio Ateneo Joven 1997. En «El tiempo mientras tanto», con un aparente mecanismo de temporalidad unidireccional (pues la novelista avanza y retrocede en el tiempo de la narración, aunque la historia central sean los meses que pasa una mujer en coma en el hospital hasta su muerte), se desarrollan una serie de historias de parejas donde el amor es siempre un ideal traicionado, buscado, al que se renuncia, al que se sacrifica, pero para el que parecen vivir los personajes; viven por él y en cierta manera mueren por él. El amor se transforma así en ese animal furioso que vive en nuestro interior, como adelantó Henry James en su maravillosa novela corta «La bestia en la jungla». Dirá James: «La liberación hubiera sido amarla a ella, entonces él hubiera vivido».
En coma
Porque los personajes de Amoraga no es que no consigan el objeto amoroso, es que en ellos el amor es un fantasma que no puede afrontar la luz de la realidad. Ellos no pueden realizar la entrega de su ego al otro, y así ni pueden amar ni ser amados. María José, la chica accidentada y en coma, tras perseguir media vida a su amor, Joaquín, consigue casarse con él, para separarse un año después. Su madre, Pilar, amargará la vida a su marido y su hija porque, de joven, amó a un hombre que la dejó, y su fantasma, aunque una vez casada le vuelva a ver, agotará sus días. Paco, el marido de Pilar, jamás la sentirá enamorada de él, y esa imposibilidad le hará ir renunciando a la vida. Marga, otro de los grandes personajes de esta novela, no llorará porque su mejor amiga, María José, va a morir, sino «porque en realidad ya está muerta. Peor que si estuviese muerta. Porque es como si estuviese viva, pero no es más que una fantasía». Son personajes que sólo parecen saber una cruel verdad: «Odiar al mundo es quizá la única manera de defenderse de él».
El otro lado de los espejos
En el mundo del hospital se entrecruzan los fantasmas de los recuerdos, pero también los espejos de quienes luchan contra su destino: Cleopatra, la enfermera emigrante; Goumba, el africano tetrapléjico por una caída sin sentido y que ya no conocerá la Europa feliz…Amoraga usa del espacio de un hospital de terminales como un laboratorio de emociones, sueños, deseos, ilusiones, que la vida ha ido transformando en el atanor de los alquimistas no en oro, sino en el veneno mortal que recubre el otro lado de los espejos.
«El tiempo mientras tanto»»
Carmen Amoraga
Planeta
297 páginas 21 euros
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