Literatura
«Forests»: Bieito se va por las ramas
Dramaturgia: Calixto Bieito y Marc Rosich, sobre textos de Shakespeare. Música original: Maika Makovski. Dirección: C. Bieito. Iluminación: Tim Mitchel. Escenografía: Rebecca Ringst. Reparto: Roser Camí, Hayley Carmichael, George Costigan, M. Makovski, José María Pou, Christopher Simpson, Katy Stephens. T. Valle-Inclán. Madrid, 24-X-2012.
«El infierno es un lugar turbio», brama la voz magnética de la cantante Maika Makovski, un torrente de energía conducida a través de una guitarra, de un teclado, de una garganta que ha debido de beber mucha PJ Harvey. «Nuestra comunidad se ha convertido en una jungla de bestias», lamenta José María Pou, enfundado en una piel de oso aquí, convertido en bufón allá, rotundo siempre, gran actor con lo que le echen; «La venganza está en mi corazón, la muerte en mi mano», declama en elegante inglés George Costigan. Hemos llegado a «Tito Andrónico», a la noche, al mal, a las tinieblas del alma, a «Macbeth» y acaso a lo mejor de «Forests». El árbol solitario que preside de la escenografía se eleva, desarraigado, y la tierra inunda y mancha las historias, la vida de hombres y mujeres convertida en estercolero de maldad.
Juegos de amor
Aunque antes, «Forests» ha atravesado durante una larga hora juegos de amor florales, luminosos y alegres, en los que la dramaturgia de Marc Rosich y Calixto Bieito liba, como un insecto errabundo, de «Como gustéis», de «El sueño de una noche de verano», de «Timón de Atenas»... El buen ojo de Rosich y Bieito para ver el paisaje común en tantas obras de William Shakespeare, los bosques, es innegable, y creo que está fuera de discusión la originalidad de «Forests», una coproducción entre el Barcelona Internacional Teatre, y la Birmingham Repertory Theatre Company con la que Bieito regresa al Centro Dramático Nacional. El problema es que «Forests» es tan deshilvanado, tan errático e inasible en su dramaturgia, que no interesa ni atrapa: nos deja un sólido sentido estético y un puñado de llamativas acciones actorales. ¿Cómo no iba a ensamblarse con naturalidad un reparto con tanto talento, con la pizpireta pequeña gran actriz Hayley Carmichael, o con la poderosa y cautivadora Katy Stephens? ¿Se podía esperar otra cosa de un veterano como Costigan, criado en la mejor tradición del teatro inglés? ¿No reproduce el talento alternativo de Makovski los momentos musicales más sísmicos de «Plataforma»? Brillan todos, claro, y eso que el experimento inglés/catalán no acaba de cuajar: el orden es tan impredecible que una frase empezada en un idioma acaba en otro mientras el espectador se esfuerza por comprender. Quedan momentos hermosos e impactantes, como en casi toda la trayectoria de Bieito. Pero en «Forests» la dramaturgia se va por las ramas y el efectismo deja paso al deseo de que el texto de Shakespeare hubiese sido menos un puzzle y más una tesis, una narración u alguna otra fórmula: un bosque, no árboles sueltos.
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