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San Francisco

El niño asqueroso

La Razón
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Siempre he prohibido a mis hijos jugar con según qué personas.
–Mamá, que bajamos a la calle.
–¿Con quién vais, hijos?
–Con los Blanco, que traen caviar en el bocadillo.
–¡De eso nada! ¡Ni se os ocurra, que os confunden con los criados!

Mis vástagos se han criado en las calles de San Blas y de Hortaleza, en el Madrid periférico, y siempre tuve buen cuidado de que los chavales de los potentados no los humillasen con falsas superioridades. Porque hay personas que creen de verdad que por llevar o no uniforme se pasa de ser bueno a malo. Y que quienes no tenemos ama de llaves somos inferiores.
En realidad, no es de extrañar. Me refiero a que Marx dividió el mundo en clases y puso en las bajas a los criados y en las superiores a los señores. Desde entonces, unos y otros deben odiarse y no hay mejor arma electoral para la izquierda que este rencor, que recuerda que en la sociedad hay una guerra –la lucha de clases– y que lo importante es elegir bando y votar en consecuencia.

Lo que no acabo de entender estos días es por qué los niños de José Blanco van al elitista Colegio Británico; los de José Montilla al refinado Colegio Alemán; o los de Guerra al privado San Francisco de Paula de Sevilla. Una de dos, o los padres no son socialistas o, sencillamente, mienten cuando dicen que un niño con uniforme es un chaval asqueroso. ¿No se darán cuenta, estos socialistas, de que están convirtiendo a los suyos en monstruos?