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Buena salida

La Razón
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Las grandes estrellas no son siempre una buena inversión. Hay jugadores que han pasado por un club sin dar el rendimiento esperado, pese a que se les contrató con desmesurada generosidad. Hay ocasiones en que, al final, lo conveniente, económica y futbolísticamente, es prescindir del astro aunque ello conlleve un mal negocio.
El Barcelona hizo una pésima inversión con el fichaje de Ibrahimovic, el más caro de la historia si se suman los 46 millones que costó más el valor de mercado de Etoo. Su presencia en el club era un peso del que convenía descargarse. Mantenerlo en nómina con los más de dos mil millones de pesetas que cuesta su ficha anual, con porcentaje añadido para su representante, venía a suponer una cifra total, por el conjunto de los años restantes de contrato, de otros cien millones de pesetas. Así y todo, el problema fundamental de Ibrahimovic no estaba en los costes, absolutamente desproporcionados, sino en el escaso rendimiento que aportaba al equipo. Guardiola lo aceptó encantado y en el club se hicieron a la idea de que con la salida de Etoo se quitaban un jugador conflictivo. No echaron cuenta de que quien llegaba también presentaba aristas difíciles de limar.
Lo mejor era resolver el problema porque ello conllevaba un ahorro extraordinario en lo económico y la paz en el vestuario que también debía valorarse. El jugador sueco fue una rémora cuando jugó. Su estilo nunca se adaptó al del equipo. Al Barcelona le suelen salir mal los fichajes galácticos al estilo madridista. No es su fórmula.