La reunión

«Menos da una piedra», dirán los optimistas. Con el ruido de fondo de la Bolsa, que siguió bajando a plomo (ayer el Ibex cayó el 2,2 por ciento hasta los 9.635 puntos), de la subida del dólar en relación con el euro y con los ecos de las protestas en Grecia, se reunieron Zapatero y Rajoy y acordaron poner en orden el sector de las Cajas de Ahorros, una de las grandes preocupaciones del presidente del Gobierno durante los últimos meses. Habrá una reforma de la ley y, sobre todo, ambos deberán dejar las cosas muy claras a los barones autonómicos de sus respectivos partidos, que han considerado hasta ahora a estas entidades financieras como sus cotos privados. Y eso no va a ser una tarea fácil para ninguno de los dos. Además, no hay que olvidar tampoco a los dirigentes y gestores de las distintas cajas sometidas ya, o que lo estarán pronto, a procesos de fusión sí o sí, que verán peligrar sus canonjías y puestos de trabajo.«Para ese viaje no hacían falta estas alforjas», dirán los pesimistas, al conocer los resultados públicos de ese encuentro en la Moncloa entre el que gobierna y el que aspira a hacerlo. Y tendrán razón, porque limitarse sólo a cerrar un pacto sobre las Cajas con la que está cayendo en el ámbito económico, puede considerarse un resultado muy escaso, que servirá (está por ver) para arreglar un único problema de los muchos que hay. Y, ¿qué hacemos con el resto? Es una buena pregunta para la que de momento no hay respuesta, a pesar de la urgencia. Quizás hayan pasado el asunto de la crisis económica a la carpeta de «asuntos que arregla el tiempo».