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DAnnunzio un dandy frustrado

La Razón
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Nadie puede proponerse con éxito: «Voy a ser elegante, voy a ser un dandy». ¡Valiente disparate! Veríamos a una persona afectada y «sobreactuada», como un mal actor. Un fracaso vital. Porque aquello es imposible. Si no se ha nacido con los genes de la elegancia –emanación psíquica inconsciente– cualquier esfuerzo viene a ser inútil. Sólo me refiero, en este caso, al género masculino.
Un famoso compañero de letras, como Francisco Umbral, ha sido el único que compartió conmigo el interés por la elegancia masculina, personificada en el dandy, artistas, escritores, grandes profesionales… Los dandys literarios son escasísimos y aquellos que lo han pretendido, una multitud. Son ganas de hacer el ridículo. Así se lo propuso un grande y fascinante escritor, como Gabrielle D'Annunzio. Personalmente fue un completo fracaso como tal paradigma, aunque sí lo fuera literariamente. Es curioso cómo se rodeó de un refinamiento exquisito, su vestuario, su mobiliario, sus moradas, sus bibelots, sus amantes…
Yo he vivido mucho tiempo al lado de su hijo natural, el conde Lombardi y su madre, un gran amor de D'Annunzio, creo que el último. El hijo se le parecía un montón, pero no era un dandy, nada más lejos. La elegante y «dandística» era su madre, la cual, demostraba cuán elegante era el escritor enamorándose, ya fuera de ella o de Isadora Duncan. El ínclito Gabrielle no dejó de cortejar a las mujeres más bellas y elegantes de su tiempo. Entre ellas, la actriz más elegante en escena, capaz de volver elegante un tipo de campesina o de mendiga. La Duse era ese prodigio.
En cuanto al ambiente que rodeaba a Franco Lombardi y a su «joya» de madre, era deslumbrante. Y todo ello era emanación e influjo de aquella ansiedad de D'Annunzio por ser elegante y ser un dandy, un Petronio. Pero nada de nada. La Duncan cuenta en sus memorias lo pretencioso y lo ridículamente seguro de su fascinante figura «de pobre diablo», solo con una barbita mefistofélica. Famosa es la frase: «Con su belleza y con mi talento...» Humillante frase para «la bella» solicitada.
Ni siquiera con tanto talento como D'Annunzio se consigue pasar por un dandy.