Bruselas
Elio Di Rupo el primer francófono que dirige el Gobierno belga en 38 años
El próximo primer ministro de Bélgica, Elio Di Rupo, será a sus 60 años el primer francófono en ocupar el puesto en 38 años, al que ha llegado por sus dotes de negociador y su fama de político honesto.
Di Rupo, hijo de humildes inmigrantes italianos, rompe con los moldes de la política tradicional de Bélgica, a pesar de que lleva en la política desde muy joven y ha ocupado muchos cargos nacionales y regionales.
Con su sempiterna pajarita o su atuendo de jersey sin corbata, su pelo largo y sus gafas de montura metálica, Di Rupo parece más un profesor universitario (es doctor en Ciencias) que un jefe de Gobierno, un puesto que alcanzará tras largas batallas por modernizar y limpiar su partido.
Tradicionalmente, el primer ministro belga es el líder del mayor partido de la familia política más numerosa del Parlamento (ahora es la socialista), a pesar de que el Partido Socialista francófono (PS) fue solo el segundo con más escaños en las elecciones de junio de 2010.
El acuerdo de Gobierno se forjó a partir de una propuesta presentada por Di Rupo en julio y que, si bien ha sido modificada en las negociaciones, recibió elogios por igual -cosa rara- de francófonos y flamencos gracias a su equilibrio, ya que incluía logros y cesiones tanto para las dos comunidades lingüísticas como para los partidos de izquierda y derecha.
Tras una pausa veraniega para que los partidos estudiaran su propuesta, Di Rupo dirigió desde el 6 de septiembre una ronda negociadora que ha logrado poco a poco acuerdos en los puntos más comprometidos de una nueva reforma del Estado federal que satisfaga las aspiraciones de Flandes de tener más autonomía sin perjudicar a los francófonos.
Durante estas negociaciones, el líder del PS se ha ganado los elogios de los otros siete partidos por su forma de manejar el proceso. Aunque la reforma del Estado se pactó entre ocho partidos, solo seis integrarán la nueva coalición.
En un país donde más de la mitad de la población es flamenca, Di Rupo habla esa lengua con bastante dificultad (algo que atribuye a la sordera parcial que sufre desde un accidente de automóvil), aunque la entiende de forma aceptable y ha hecho mejoras en los últimos meses.
Será el primer ministro belga francófono desde Edmond Leburton (enero de 1973 y abril de 1974), quien ya sufrió duras críticas por no hablar nada de flamenco.
En un país donde muchos dirigentes políticos son hijos de antiguos líderes, él es hijo de unos modestos emigrantes italianos que llegaron a Bélgica en 1947.
Nacido en 1951, un año después su padre murió en un accidente de carretera y su madre tuvo que sacar adelante a siete hijos.
Entró en política joven, primero en 1982 como concejal de Mons (sur del país), y después fue sucesivamente eurodiputado (1989), senador (1991) y ministro de Educación (1992).
En 1994 ya era viceprimer ministro y en 1999 fue elegido como presidente del PS, un cargo en el que tuvo que batallar para limpiar la formación, aquejada desde hace décadas y hasta hace muy poco de periódicos escándalos de corrupción entre los líderes locales del partido, especialmente en las ciudades industriales de Charleroi y Lieja, donde la formación mantenía estrechas relaciones clientelares.
Di Rupo ha ido sustituyendo con mucho esfuerzo a esos "viejos elefantes"por cuadros jóvenes y modernos, con una concepción diferente de hacer política.
También fue entre 2005 y 2007 presidente de la región francófona de Valonia (sur), puesto que dejó para concentrase en la dirección del PS.
En cuanto a su vida personal, Di Rupo anunció en 1996 que es homosexual, si bien es algo que ni él, ni otros políticos o medios de comunicación mencionan. Se considera normal en un país donde el matrimonio homosexual es legal desde 2003.
Su anuncio se produjo con motivo de un intento de implicarle en un escándalo para hundir su carrera política: en medio del horror que causaron los delitos del pederasta y asesino de menores Marc Dutroux, un joven homosexual acusó a Di Rupo de haber abusado de él cuando era menor.
Di Rupo contraatacó proclamando abiertamente su orientación sexual y afirmando que su acusador estaba manipulado por personas que querían perjudicarle.
Cuando estalló el asunto, una periodista de televisión le inquirió al entrar a una reunión: "Se dice que usted es homosexual", la respuesta fue: "Sí, ¿y qué?".
Una sentencia judicial demostró su inocencia y la falsedad de la maniobra, lo que le trajo un aumento de su popularidad.
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