Ministerio de Justicia

«Pedrazo» de auto por Javier G FERRARI

La Razón
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Qué alegría, qué alboroto, otro juez estrella. Éramos pocos, y la semana pasada parió Pedraz, ese magistrado con trazas de novio de la Barbie, y aficionado a salidas de pata de banco en aquellos asuntos sensibles para la opinión pública. Cuando desde los juzgados ordinarios se le reenvió la causa de los detenidos por la algarada del 25-S, estaba claro que su señoría iba a rechazar el informe de la Policía porque ya había avisado que la Audiencia Nacional no era competente porque, según él, no existía delito alguno contra las instituciones del Estado. Hasta aquí, todo más o menos normal, pero lo que casi nadie esperaba era que don Santiago perpetrase un auto basado en consideraciones de carácter político y no jurídico. Negar una evidencia como el lema de la convocatoria que todo el mundo pudo ver en las redes sociales, que instaba a los manifestantes a asaltar el Congreso de los Diputados y exigir la dimisión del Rey, el Gobierno, los parlamentarios y la abolición de la Constitución, y encima arremeter contra la actuación de las Fuerzas de Seguridad y justificarlo todo con una opinión personal como es afirmar que la clase política española está en decadencia, es una aberración. Una más de las que estamos a acostumbrados a tragarnos desde la Audiencia Nacional donde los modos de Garzón parecen haber contaminado a algunos de sus colegas. No me extrañaría nada que los sindicalistas y los pupilos de Pilar Bardem le tributen un homenaje un día de estos. La asociación mayoritaria de la magistratura ya ha criticado a este «pedrazo» de juez a quien el CGPJ debería, cuando menos, darle un tirón de orejas si es que logran encontrarlas bajo su melena de diseño. Los progres de guardia, que no descansan, llevan desde el pasado jueves atizando al PP por sus críticas al auto en cuestión, y les parece lo más normal del mundo que Pedraz se muestre como un político partidista. Los supuestos valores de la izquierda se han extendido como una mancha de aceite por todas las instituciones, y en la Judicatura el sectarismo está causando un daño irreparable. Eso sí que es decadencia.