Artistas

El desamor llegó a la segunda

Enrique San Francisco reestrena «Se quieren» diez años después

San Francisco y Gallego, en escena
San Francisco y Gallego, en escenalarazon

Desde el fondo de su garganta castigada, y con una mirada saltona y sincera, Enrique San Francisco sentencia: «No fue una moto. Fue una persona. La moto no tuvo nada que ver. Yo estaba subido en ella y pesaba 300 kilos». Lo que le pasó ya queda atrás. Un accidente le obligó a cancelar la obra «Se quieren» al poco tiempo de estrenar. Ahora, ha decidido ir a por la segunda intentona. «Diez años son muchísimo, lo noto en el cansancio físico. Los años pesan y tengo ya 56», reconoce. A pesar de que sigue cultivando, acaso involuntariamente, un aire de niño grande, algo gamberro, algo perdido... «Ya sabes que el infantilismo es un mecanismo de defensa porque elude las responsabilidades. Yo soy bastante niño en muchas cosas. Y eso a lo mejor es una ventaja: sigo haciendo cosas que a lo mejor no se corresponden con mi edad. Sigo siendo una persona divertida, incluso para mí mismo, y eso es importante». Lo otro, su fama de juerguista, también: «Es justa. Han sido muchos años. Ahora ya vivo del pasado. Me encantaría seguir igual. El problema es que con mi edad ya no te recuperas de la misma manera», suelta con sinceridad abrumadora.
Esta vez, llega al Pequeño Teatro Gran Vía dirigido por Gabriel Olivares, y con Cristina Gallego de «partenaire»: ambos dan vida a un matrimonio en diferentes fases de amor y desamor. «Más que quererse, lo difícil es vivir en paz», opina San Francisco. Y tiene claro que hombres y mujeres, aunque le pese al feminismo, «somos diferentes, y eso es lo bonito por otro lado».

Políticos amorales
El corolario de esta afirmación tiene que ver con su carácter: «Me da igual lo que piensen los demás, además, yo no mido mis frases por lo que es políticamente correcto. Si tuviera que regirme por la actitud de los políticos, sería una persona bastante amoral. Y no es mi caso». Aunque, puede que para no desdibujar a su propio personaje entre tópicos, se confiesa: «Yo he pasado por estas situaciones de la obra. Pero llevo toda la vida viviendo con una mujer y no podría estar sin ella».