Andalucía
La diferencia con Gürtel
Cuando estalló el difuso y confuso caso Gürtel, Mariano Rajoy hizo reunir en una misma foto de familia a su comité directivo nacional y a los presidentes y dirigentes autonómicos del partido, incluido Francisco Camps. Sobre la oportunidad de aquel prietas las filas mucho se ha dicho y tal vez la Historia no haya escrito la última palabra, pero es innegable que la imagen transmitió un nítido mensaje de unidad entorno a lo que representaba el proyecto y las ideas del Partido Popular por encima de las contingencias procesales individuales. Y bastó añadir un punto de sensación de persecución judicial para que, pese a estar en el ojo de un feo huracán, los populares recuperaran la Xunta de Galicia y fueran decisivos en la gobernabilidad del País Vasco. Paradójicamente la trama Gürtel, ya fuese alimentada desde dentro o desde fuera (y de todo hubo), llevó a Rajoy a un punto de adversidad tal que tanto él como su formación terminaron despertando la habitual simpatía hacia quien se encuentra contra las cuerdas, y además galvanizó un espíritu de resistencia y superación desaparecido en el PP desde que perdiera las elecciones en 2004. Pues bien, ahora, por el contrario, cuando se observa el chaparrón torrencial que sobre el PSOE andaluz ha descargado la tormenta de los ERE, sorprende la soledad con la que la dirección regional parece condenada a sortear este gravísimo contratiempo. Los secretarios provinciales ni están ni se les espera, Zapatero apenas pisa Andalucía, Chaves y Zarrías se han quedado entre helados y gélidos, Manuel Recio ha terminado refugiándose en su Facebook y Mar Moreno pone cara de pócker sin que sepamos si guarda algún as bajo la manga. ¿Es que nadie estima Griñán? No, el problema es que muchos juegan a debilitar la fortaleza del socialismo andaluz, federación clave para hacerse con el control de Ferraz. Y hasta que la sucesión de Zapatero no esté resuelta siempre habrá a quien le interese que el PSOE de Andalucía permanezca abierto en canal y sin poder absoluto sobre el Guadalquivir. Es más, puede que hasta Griñán esté bandeando con este episodios de los ERE según la evolución de los acontecimientos en Madrid. Luego ya se cerrarán filas, se restañarán las heridas, habrá también foto de familia y la memoria histórica borrará los pasajes más truculentos e inconvenientes. La diferencia con Gürtel es que el PP apenas tardó cuatro meses en hacer de la necesidad virtud. ¿Cuánto tiempo más podrán aguantar los socialistas esta hemorragia sin las plaquetas de la unidad?
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