Jubilación
El SMI el siete y medio por J R PIN ARBOLEDAS
El ministro Valeriano Gómez ha insinuado una subida del Salario Mínimo interprofesional (SMI) de entre el 1,5 y el 2,5% para 2012, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, lugar del diletantismo veraniego. España no está para diletantismos; nipara juegos, aunque sean de cartas.
En economía del trabajo se sabe que en épocas de depresión, al menos a corto plazo, un aumento del SMI es negativo en términos de empleo. Los economistas dicen que, en esos periodos, subir el SMI es inútil o peligroso. Inútil, porque si se marca por debajo del salario mínimo de mercado no sirve para nada: empleado y empleador pactarán cifras superiores. Peligroso, porque si se marca por encima del salario mínimo de mercado evitará que algunos trabajadores sean contratados y otros serán despedidos, ya que no serán rentables para el empresario. De manera que fijar el SMI en las crisis es como jugar al «siete y medio»: hay que acertar. Decía el protagonista de la «Venganza de D. Mendo» que, en el 7½, es malo si no llegas. Un SMI por debajo del salario mínimo de mercado no sirve para nada, ni crea un puesto de trabajo, ni modifica los contratos; es un brindis al sol.
Pero, contra lo que ocurre en el juego, si aciertas no ganas nada, porque el mercado ya impone su ley. También decía D. Mendo: «¡Más ay de ti si te pasas! ¡Si te pasas es peor!» Según la teoría liberal, un SMI superior al del mercado aumenta el paro y para España no puede haber decisión peor. Por tanto lo prudente es no subirlo por si acaso. A principio de la legislatura, el Gobierno prometió llegar a 800 euros/mes en el 2012 y está lejos de cumplirlo. Entonces se pasó y menos mal que no ha cumplido; hubiera aumentado los parados en los estratos más débiles.
Ahora es extraño que anuncie una subida, cuando ha congelado, o bajado, los salarios de los empleados públicos. Si la subida es pequeña no nos sacará de apuros; en caso contrario, puede aumentar el desempleo. Se engaña si lo hace en clave electoral, el anuncio no va a entusiasmar a ningún votante ¿Por qué no dejar las cosas como están? No estamos para juegos.
J. R. Pin Arboledas
Profesor del IESE
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