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Gerardo Rueda crear en tiempos difíciles

Interior de una de las salas del Centro de Arte Moderno Gerardo Rueda, en Matosinhos (Oporto)
Interior de una de las salas del Centro de Arte Moderno Gerardo Rueda, en Matosinhos (Oporto)larazon

oporto (portugal)-Para Gerardo Rueda, lo fundamental era «tomar contacto con el arte, sin intermediarios». Políglota y viajero, el artista madrileño (1926-1996) defendía que el gusto por la creación hay que cultivarlo acercándose a verla. «El arte no me hace pensar, me emociona», dijo. Obras de su pasión coleccionista y creadora componen los fondos del nuevo Centro de Arte Moderno Gerardo Rueda en Oporto, ciudad de la que era amante, y donde se sitúa la sede de 6.000 metros cuadrados, con 500 obras, 35 de ellas suyas. Una pequeña proeza, la de abrir un museo, que ayer celebraron autoridades del mayor rango: el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, y el expresidente José María Aznar, un declarado seguidor de Rueda.
Un acuerdo por tres años
«Es un momento especial por la vinculación que tenía mi padre con Portugal. Ya casi no siento la angustia de tener que desprenderme de estas piezas», confesó su hijo José Luis, que preside la Fundación Gerardo Rueda, y que ha llegado a un acuerdo con las autoridades de Matosinhos (una localidad cercana a Oporto pero ya absorbida por la ciudad) para mantener el centro durante tres años prorrogables a cinco.
El centro completa la ecuación para las autoridades de Oporto, que buscaban un reclamo cultural a sus bondades bien conocidas: playa y gastronomía. Aunque ayer el temporal molestaba incluso a las gaviotas y los autobuses turísticos hacían su recorrido vacíos. Por su parte, la fundación Gerardo Rueda consigue una sede de categoría para parte de la colección familiar, que es muy extensa. «Habría necesitado hacer un Reina Sofía para meter toda la colección», afirmaba ayer. Obras de Palazuelo, Antonio López, Feito, Soledad Sevilla, Saura, Miró, Tàpies, Sicilia, Esteban Vicente, Chirino, Zóbel, Torner, Guerrero... componen los fondos permanentes del centro, que prestará atención a piezas de artistas portugueses.
De la obra de Gerardo «hay una selección de sus cuadros figurativos, sus grises, maderas, caligrafías y cerillas», explicaba su hijo en forma de recorrido cronológico por las diferentes etapas del artista. Entre las piezas más llamativas, destacan «Las mimosas» que Carmen Laffón le dedicó, un delicado dibujo de Antonio López pocas veces expuesto y el homenaje que Miró le rindió a Picasso con una serie en la que pintó acuarelas sobre litografías.
El centro, que innegablemente ha reciclado las instalaciones de un aparcamiento, con su empinada rampa de acceso incluida, podría incluso ampliarse con unas instalaciones anejas, las de la Real Vinícola, una antigua bodega, pero dependerá de que todo funcione bien para ambas partes. La ciudad aporta las instalaciones y el mantenimiento, y recibirá parte del precio de las entradas (10 euros la entrada general y 3 para exposiciones temporales) cuando se supere un número de visitas. Mientras, la Fundación recibe una cantidad anual (que no quiso revelar) y corre con los gastos de las exposiciones temporales. Para enero, ya está prevista la primera con fotografías de Mapplethorpe y Warhol, pero serán ocho anuales y dos en Madrid de arte portugués. El proyecto cuenta con dos patrocinios privados: el Grupo Pimenta y la petrolera Galp.
Ayer, las autoridades locales confiaban en las posibilidades de Oporto como ventana cultural del país y modelo de desarrollo a través del arte en un discurso que, en España, ya hemos visto resquebrajarse con estrépito. Pero, como mínimo, las piezas de Rueda han vuelto a verse en un país que amó. «Tenemos que demostrar los españoles y los portugueses que, aunque nuestros países pasen por dificultades graves, poseemos referentes culturales brillantes que hay que potenciar», dijo Aznar. Sólo falta la suerte.

 

Madrid, «más cerca que nunca»
Este acuerdo que ha llegado felizmente a puerto en el país vecino no tiene por qué afectar al sueño de todos de ver un centro de arte Gerardo Rueda en Madrid. «Es mi país y es mi ciudad y, sobre, todo la de mi padre», dice su hijo José Luis, con toda la prudencia. ¿Pero podría ser? «Sin duda». Hay piezas que no han venido a Oporto por una razón…¿Cuándo? «Está más cerca que nunca». Y sonríe sin soltar prenda.