
Afganistán
Afganistán suceso

A ver si me entero de qué es verde y con asas. Lo que sí sé, como todo el mundo, es que los muertos en Afganistán no pertenecen a la sección de sucesos sino a la de guerras. Es patético el incesante esfuerzo del Gobierno por ocultárnoslo, inasequible al desaliento, diciendo siempre lo que sabe que nadie se cree, pero que los suyos se lo consienten, participando pasivamente en el juego de ocultación y disimulo. Es un insulto a los que mueren, por muchas medallas con que los cubran, y es una deshonestidad para todo el país. Como decía Lincoln, se puede engañar a todos algún tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Y ése es un tiempo que pasó hace años, aunque la ficción se mantiene gracias a que, por intereses políticos y fidelidad ideológica, los votantes socialistas miran hacia otro lado.
Lo que el juego no permite es plantearse siquiera por qué estamos allí. Con tales escamoteos, es imposible un debate cuerdo sobre lo que significa Afganistán y cuál es el sentido o los posibles sentidos de nuestra participación. No hay un solo corresponsal sobre el terreno porque el Gobierno no lo facilita y la mera presencia española, consumida en buena parte en la autodefensa, no da para tanto. Estamos a expensas de la información oficial que, hasta cuando no pasa nada, tiene mucho que ocultar. Filtros y maquillajes por todas partes.
Lo del ataque «premeditado» de un miembro de los talibán deja muchas incógnitas en el aire. No, probablemente, sobre las simpatías políticas del individuo pero sí sobre su acto, que más parece un ataque de rabia. Lo propio es ponerse un cinturón explosivo y causar mucho más daño. O preparar un plan de huida mucho mejor que el imposible escape a la carrera. A esas dudas contribuye lo que parece que sí fue una manifestación espontánea... ¿de cuántos? Unos doscientos, nos dicen ahora. Si la explotación popular del acto no estuvo preparada, el acto tampoco debió de estarlo. Y luego está el quién. Lo mismo que en Irak nada tiene sentido si no sabemos si detrás hay suníes o chiíes, en Afganistán la adscripción étnica lo es casi todo. Los talibán son pastunes, de los que en la provincia de Bagdis, la nuestra, hay pocos. Precisamente por eso es poco peligrosa en comparación con el sur y el este del país. Todo esto son minucias en torno a un acto infinitesimal de un guerra que rebosa transcendencia. Pero ni siquiera eso llegaremos a saber en nuestra microaproximación pública al gran tema internacional.
✕
Accede a tu cuenta para comentar