Londres
Vientos de oro
Las jóvenes regatistas del «Elliot 6» consiguieron la tercera medalla de oro para España: Támara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega subieron a lo más alto del podio. España logra un bronce histórico Craviotto logra otra plata para España
El reto no era fácil, porque la cuestión no era tan sólo prepararse como debutantes para unos Juegos, sino compartir horas y horas de sacrificio y tensión en apenas dos metros cuadrados sin apenas conocerse. Pero a base de constancia y de no desesperar, cuando sólo unos pocos confiaban en ellas, Támara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega consiguieron ayer su sueño. «Xiquitas Team» se hizo con la medalla de oro en la clase Match Race Elliot 6 tras imponerse por tres mangas a dos a las australianas, que partían, en principio, como las favoritas indiscutibles de la competición.
«Un amigo portugués de Tamara la llamaba xiquita, así que cuando empezamos a entrenar nos quedamos las tres con el nombre. Y contentas porque nos gusta mucho», comentaba ayer a LA RAZÓN, Sofía, la benjamina del grupo, que dentro de unos días cumplirá 22 años. «Estoy que no me lo creo porque nuestras rivales eran muy buenas. Son ágiles y rápidas y con el viento se mueven muy bien, pero hemos conseguido batirlas», señaló.
El hecho de que partieran como «novatas» hizo que las españolas comenzaran la competición sólo con la intención de navegar cada día para superar al rival de turno. Pero, poco a poco, fueron creciéndose, porque en este sistema de liguilla de doce embarcaciones –utilizado por primera vez en unos Juegos–, de los once enfrentamientos previos, las chicas ganaron ocho y perdieron sólo tres, dos de ellos precisamente ante los equipos que ayer subieron con ellas al podio, Australia (plata), Finlandia (bronce).
Aunque inesperada, la medalla de oro vuelve a señalar a la vela como una fuente importante de metales para el deporte español. Ya son 19 –12 de ellas de oro– las conseguidas en las distintas ediciones de los Juegos Olímpicos. Desde el estreno en Montreal 1976 este deporte siempre ha conseguido al menos una presea en todas las citas olímpicas, a excepción de Sydney 2000, en que se cosecharon sólo cinco diplomas, siendo dos de ellos cuartos puestos.
Aunque las dos gallegas ya se conocían, en marzo de 2009, Pumariega, asturiana, recibió una llamada de la capitana para unirse al proyecto en Galicia. «La llamé y enseguida vi que había ‘‘feeling"», comentaba ayer Echegoyen. «Me decía que sí a todo. Sólo me asusté cuando me dijo su peso, y le pregunté si le importaría engordar. Me contestó que no, que para nada, que iba a engordar», añadió. De los 50 kilos que pesaba, la tripulante asturiana logró subir a 59, aunque en competición bajó a 56.
Como un grupo de amigas aún sin conocerse, Pumariega hizo las maletas y se instaló en Galicia para entrenar en el centro de tecnificación de Villagarcía de Arosa. «Es como compartir piso, a veces te levantas torcida, pero las otras tienen que comprenderlo, y al día siguiente será otra», afirmó la patrona, que dijo estar en un sueño. «Cuando estás en el podio y escuchas el himno no creía que podías emocionarte tanto. Tuve que contener las lágrimas porque es el resumen de cuatro años de tu vida, de sacrificio, cuatro años de convivencia con nuestros compañeros de equipo, algunos que han conseguido medallas. Es un equipo que está detrás de ti y que hace que des el 120 por ciento en el agua», recalcó. Un equipo que ha sumado el segundo oro de la vela española en estos Juegos después del de Marina Alabau. Aunque hace mucho sólo ellas y sus padres confiaban en el éxito.
Aunque ahora se han vuelto inseparables, el equipo sabía que ayer sería la última vez que navegarían juntas. La disciplina, debutante en Londres 2012 en lugar de la Yngling, desaparece y ya no existirá en Río para incluir la skiff, de dos tripulantes. Ello motivará que estas regatistas ya no puedan competir juntas y luchen por otras vías por acudir a la cita de Brasil dentro de cuatro años, porque las tres tienen claro que seguirán en la vela y se reciclarán en otras clases después de tener en su currículum una medalla de oro.
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