China
Los días contados por Cástor Díaz Barrado
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha afirmado que el régimen sirio de Bashar al Asad tiene los días contados y, en la misma dirección, el presidente francés, François Hollande, ha asegurado que la caída del dictador sirio es ineluctable. Todo hace presagiar que va a ser así, aunque el destino en la sociedad internacional siempre es incierto y las circunstancias de cada momento modifican, en ocasiones, lo que resulta inevitable. Lo mejor que puede pasar, no obstante, es que Al Asad abandone el poder cuanto antes y que el pueblo sirio deje de estar sometido a tanto sufrimiento y recupere la posibilidad de vivir en paz. Los sirios están inmersos en una lucha encarnizada que ha alcanzado un nivel de crueldad inimaginable y que ha llevado a la desaparición de cualquier tipo de sociedad organizada, lo que dificultará el periodo de transición. Se ha producido un debilitamiento en las fuerzas del régimen militar sirio y un fortalecimiento de los rebeldes. Se suceden, cada vez más, las deserciones en el Ejército sirio, incluso de militares de alta graduación y muy vinculados al propio presidente del país. Y, por si fuera poco, la situación se ha deteriorado, más allá de las fronteras de Siria, en las relaciones con Turquía por el derribo de una aeronave de este estado, así como con el Líbano, territorio desde el que actúan las fuerzas rebeldes. Al régimen de Al Asad sólo le queda la fuerza en el interior del país para mantenerse en el poder y, eso sí, el incomprensible apoyo de China y Rusia que se han negado reiteradamente a buscar una solución a la crisis política y humanitaria que acontece en Siria y que vienen sosteniendo las bases de un régimen que viola sistemáticamente los derechos humanos. Una vez que han fracasado todos los planes de las Naciones Unidas para resolver la cuestión siria y que se han demostrado ineficaces, en la solución final, los esfuerzos de esta organización y de la Liga Árabe, hay que reconocer, sin embargo, que la perseverancia de la mayor parte de la sociedad internacional en plantear una solución que pase por el abandono del poder de Al Asad, es más que probable que produzca sus frutos. No parece que vaya a tener lugar una intervención directa extranjera en territorio sirio ni tan siquiera operaciones militares limitadas en su contenido y alcance. Todo hace prever que el régimen sirio se desmorona paulatinamente y que se avecina la transición política. Con Siria, la comunidad internacional ha desaprovechado una buena oportunidad para aplicar la teoría de la responsabilidad de proteger y, con ello, se hubieran evitado numerosas muertes y violaciones de los derechos humanos. Pero la comunidad internacional en su conjunto no es responsable. La responsabilidad recae, en particular, sobre aquellos estados que han sostenido, y sostienen, la pervivencia de un régimen como el de Al Asad.
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