África

Londres

La batalla por comprar aviones

El enfrentamiento entre la dos Españas se hizo inevitable. Los dos bandos pelearon en las trincheras y también por convencer a los países extranjeros

En la imagen, el Dewoitine 371, uno de los aviones que llegaron a España sin armamento
En la imagen, el Dewoitine 371, uno de los aviones que llegaron a España sin armamentolarazon

Tras la sublevación del 18 de julio, y una vez deslindados los bandos en conflicto, lo más urgente, tanto para los alzados como para los que permanecieron leales al régimen, era adquirir material militar moderno y de calidad. La aviación era un valor en alza en 1936, y ambos contendientes sabían lo importante que sería contar con una fuerza aérea que les permitiera alcanzar sus objetivos, que no eran otros para los sublevados, que llevar a la península el Ejército de África, y para los leales a la república, dominar la sublevación que se convertía, a pasos agigantados, en guerra civil.

Gestiones de los sublevados
Los militares alzados dirigieron sus esfuerzos principalmente hacia Alemania, Italia, Gran Bretaña y Portugal, mientras que en el bando de los gubernamentales las comisiones de compras partieron inicialmente hacia Francia y Gran Bretaña, aunque también se efectuó alguna gestión en Berlín que, naturalmente, no tuvo el más mínimo éxito. En las islas Canarias las autoridades militares sublevadas se incautaron de un trimotor de pasajeros Junkers Ju 52 3m, perteneciente a la compañía aérea alemana Lufthansa. Era el avión matriculado D-APOK, que llevaba el nombre de «Max von Müller», y que pilotaba el capitán Alfred Henke. Este aparato fue utilizado para trasladar a Alemania a una comisión político-militar, de la que formaba parte un ingeniero aeronáutico, el capitán Francisco Arranz Monasterio. El mencionado oficial llevaba una solicitud de aviones de transporte y de aparatos de caza, así como diverso armamento, aéreo y terrestre, que pretendía que se enviase desde Alemania.

Tras diversas conversaciones de los enviados de Franco, Hitler dio su aprobación para el envío de material militar a los sublevados españoles y los primeros aviones germanos comenzaron a llegar a España a principios de agosto de 1936. Se trataba de veinte trimotores Junkers Ju 52 3m, que fueron arribando en vuelo al aeródromo de Tetuán, desde la fábrica de Dessau, con escala técnica en Roma. En esas mismas fechas llegarían desmontados media docena de cazas biplanos Heinkel He 51, que fueron desembarcados del vapor «Usaramo», en el puerto de Cádiz el día 6 de agosto de 1936. Pero lo cierto es que los primeros aviones militares importados que llegaron a manos de los sublevados procedían de Italia. Eran estos aparatos nueve trimotores Savoia Marchetti SM. 81, que tomaron tierra en el aeródromo de Nador (Melilla) el día 30 de julio de 1936. Esta expedición, salida de un aeródromo de la isla de Cerdeña, se componía realmente de doce aviones del modelo citado, pero tres de ellos se perdieron, bien por caída al mar o bien en accidentes de aterrizaje en territorio argelino. El día 14 llegarían a Melilla por vía marítima, una docena de aviones de caza Fiat CR.32, con sus correspondientes tripulantes y equipos de mantenimiento de tierra. En el mercado británico, los agentes nacionales, entre los que se encontraba el ingeniero Juan de la Cierva y Codorniú, inventor del autogiro, consiguieron adquirir varios bimotores De Havilland DH-89 «Dragon Rapide», además de algunos aparatos holandeses de los modelos Fokker F-VII 3m y Fokker F-XII, que habían prestado servicios en líneas aéreas británicas. El primer De Havilland DH-89 llegó a Burgos el 1 de agosto y al día siguiente este avión bombardeó la fábrica de armas de Trubia en Asturias.

Más aviones
En los meses siguientes continuaron llegando a España nuevos aviones, enviados por Alemania e Italia para reforzar a los anteriores. Se trataba de otros seis aviones Heinkel He 51 y otros dos Junkers Ju 52 3m, amén de una veintena de Heinkel He 46, monoplanos de ala alta de reconocimiento táctico, que fueron entregados durante el mes de agosto de 1936.
Ya en septiembre, en el Estado Mayor Especial «W» alemán, creado para gestionar la ayuda militar a los alzados, se recibieron nuevos pedidos, que fueron cumplimentados en el mes de octubre y noviembre de 1936:
–24 Heinkel He 51, para la aviación española.
–12 Heinkel He 51, de refuerzo de la escuadrilla alemana Eberhard.
–3 Messserschmitt Bfw 109, cazas prototipo para ensayo.
–3 Junkers Ju 52.
–1 Heinkel He 50, para ensayo.
–2 Henschel Hs 123 (Stuka), para ensayo, con tripulación y personal de servicio.

Gestiones republicanas
Por lo que se refiere a las gestiones de adquisición de aviones en el extranjero por parte del Gobierno de la República, éste envío inmediatamente comisiones de técnicos militares aeronáuticos a París, a Londres e, incluso, a Berlín. A la capital francesa se desplazaron, a bordo de un bimotor Douglas DC-2, los comandantes de Aviación Ismael Warleta de la Quintana y Juan Aboal Aboal, que trasladaron al Ministerio del Aire francés una solicitud de suministro de aviones de bombardeo y de caza, así como de bombas de aviación. Estas gestiones consiguieron que el Gobierno francés autorizase el envío a España de catorce cazas Dewoitine D-372, monoplanos de ala alta parasol, y seis bimotores de bombardeo Potez 540 entre los días 7 y 8 de agosto de 1936, fechas en que dichos aviones aterrizaron en el aeródromo barcelonés de El Prat de Llobregat. Estos modelos militares fueron seguidos el día 26 de agosto por un séptimo Potez 544 y un Marcel Bloch MB 210, ambos bimotores de bombardeo, y entre los días 5 al 7 de septiembre, también procedentes del país vecino, llegaron a España cinco aparatos de caza, monoplanos de ala alta de gaviota, Loire Nieuport 46. Todos estos aviones militares galos llegaron a España desprovistos del armamento correspondiente, y sus ametralladoras nunca llegaron a ser entregadas por la aviación francesa. Es por ello que hubo necesidad de montar dichas armas en España, en el servicio de Armamento del aeródromo de Cuatro Vientos. Con estas entregas, Francia agotó sus posibilidades de suministro de aviones militares propiamente dichos, y este país propuso el día 8 de agosto la no intervención de los países europeos en la guerra de España, lo que fue aceptado por los gobiernos totalitarios de Italia y de Alemania, que lo hicieron cuando ya las entregas de aviones de estos países a los sublevados igualaron e, incluso, superaron a los envíos de los franceses.

Air France, la primera
Realmente los primeros aviones foráneos que habían llegado a la España gubernamental fueron cuatro anticuados aparatos monomotores Latécoère 28, de la compañía gala Air France, que aterrizaron en el aeródromo de El Altet (Alicante), a finales del mes de julio de 1936. Estos aparatos de transporte civil, fueron enviados por el Gobierno francés a fin de evacuar a sus súbditos, ante la grave situación española. Sin embargo, los aviones fueron inmediatamente requisados por las autoridades gubernamentales y ello produjo un incidente diplomático entre ambos países que se resolvió, finalmente, con la adquisición, en secreto, de dichos aparatos por el Gobierno español. No obstante, dos de ellos, ya equipados con lanzabombas en el aeródromo militar de Los Alcázares (Murcia), fueron usados para bombardear el aeródromo sublevado de Armilla (Granada), a principios del mes de agosto de 1936. También marchó a Gran Bretaña, comisionado por el gobierno de Madrid, el comandante de Aviación, ingeniero aeronáutico, Carlos Pastor Kraüel, que logró adquirir un total de catorce aviones civiles, entre ellos tres Monospar ST. 25; seis De Havilland DH-84 y DH-89 Dragon y Dragon Rapide y dos Airspeed AS.6 Envoy.

Poco antes de abandonar el Reino Unido, el comandante Pastor había logrado adquirir en firme otros seis «Dragon Rapide» y cinco Airspeed AS.5. Pero estos aviones fueron bloqueados en el país por el embargo declarado por el Gobierno británico y, si bien se realizaron arduas gestiones diplomáticas para conseguir su salida hacia España, los aparatos jamás llegaron a abandonar Gran Bretaña. En el mes de septiembre de 1936 se organizó otra comisión aeronáutica gubernamental, que salió hacia Estados Unidos, Méjico y Canadá, donde también logró adquirir aviones, casi todos ellos comerciales. Esta comisión la formaban los ingenieros aeronáuticos Francisco León Trejo, José Melendreras y Francisco Corral. Otras comisiones fueron enviadas a Checoslovaquia y a varios países del Este de Europa, como la encomendada al coronel Ángel Pastor Velasco – subsecretario del Aire–, que sería detenido en Praga por utilizar falsa identidad. No obstante, consiguió adquirir cazas Letov S.231 y aviones de bombardeo ligero Aero A.101, que salieron hacia España en los primeros meses de 1937.