Noruega
Lippestad: «Mi cliente está loco»
A Geir Lippestad la Prensa ya le ha apodado como «el abogado del diablo» no sólo porque su cliente sea el enemigo número uno del pacífico país escandinavo, sino porque ya destacó por defender al asesino –que pertenecía a una banda de neonazis– de un joven mulato (de padre ghanés y madre noruega) en 2001.
El propio Anders Breivik le escogió como letrado, algo que sorprendió a Lippestad, pues es, precisamente, un miembro activo del Partido Laborista, blanco principal de los ataques de Breivik.
Aunque reconoce que reflexionó –y mucho– antes de asumir el caso, Lippestad comenzó ayer a dar las claves de lo que será su argumentación jurídica. En declaraciones recogidas por Reuters, el abogado aseveró que su cliente estaba enajenado. «Es una persona muy fría, no muestra ninguna empatía» por las 76 víctimas, y añadió que «todo el caso indica que está loco».
Lippestad recuerda que a Breivik, de 32 años, le extrañó que la Policía no lo matara cuando lo detuvieron en Utoeya, justo después de haber acabado con la vida de 68 jóvenes laboristas.
«Odia todas las ideas occidentales y los valores de la democracia... Espera que este sea el comienzo de una guerra que dure 60 años», cuenta Lippestad. De hecho, el autor confeso de la matanza del viernes 22 se cree «un guerrero. Ha empezado esta batalla y hasta se siente, en cierto modo orgulloso de ello».
El sistema penal noruego acepta como atenuante o eximente los casos de delirios o de psicosis con alucinaciones, por ello aunque el cruento plan de Breivik estuviera delineado con mucha antelación, como describe en sus 1.500 páginas de manifesto, Lippestad informó ayer que su cliente «estaba bajo los efectos de las drogas» antes de atentar e incidió en la idea de que Breivik es partidario de la designación de «un dictador» que ponga fin al multicuralismo. Aunque todavía es demasiado pronto para saber si alegará trastornos mentales como atenuante porque Breivik se considera a sí mismo como «el único depositario de la verdad», todo apunta a que será la línea principal de la defensa. «Abandonaré el caso si mi cliente no acepta hacerse la prueba psicológica», advirtió.
En cuanto a la comparecencia del lunes, Lippestad confirmó que Breivik formaba parte de una red antiislamista que tiene «dos células en Noruega pero también varias en el extranjero». Aun así, la Policía duda de esta teoría y ayer levantó los controles impuestos el viernes en las fronteras.
Staale Eskeland, profesor de Derecho penal de la universidad de Oslo, explicó a la agencia AP que la acusación considerará si los actos de Breivik forman parte de una ley de 2008 sobre crímenes contra la humanidad, para que su condena aumente de 21 años por terrorismo, a 30 años de cárcel.
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