Historia
Desmantelan la tumba del nazi Rudolf Hess
El sepulcro del lugarteniente de Adolf Hitler, muerto en 1987 en una cárcel berlinesa, se había convertido en lugar de peregrinación de grupos neonazis
El 17 de agosto de 1987 Rudolf Hess, de 93 años, se ahorcó en su celda de la prisión berlinesa de Spandau. El ex dirigente nazi era por entonces el último reo de la penitenciaria, donde cumplía cadena perpetua dictada durante los procesos de Núremberg y en la que había pasado 41 años. Considerado en los ambientes neonazis como una especie de mártir, su tumba, situada en la localidad bávara de Wunsiedel –cerca de la frontera checa–, se convirtió en lugar de peregrinación de estos grupos radicales.
Durante años, en el aniversario de su muerte, decenas de neonazis de todo el mundo viajaban hasta la localidad, un municipio con menos de 10.000 habitantes cuyas autoridades se veían frecuentemente obligadas a controlar los disturbios que provocaban en sus violentas marchas.
En 2004 se trasladaron hasta allí unos 5.000 simpatizantes de Hess, quien conoció a Hitler en un mitin en 1919, y, a pesar de que en 2005 el Parlamento federal prohibió explícitamente toda concentración en el lugar, las citas anuales persistieron.
Han sido las negociaciones entre las autoridades locales y la familia del fallecido las que han logrado el desmantelamiento del sepulcro, que se llevó a cabo en la noche del miércoles, coincidiendo con el 67 aniversario del fallido atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944, cuando un grupo de oficiales encabezados por Claus Schenk von Stauffenberg intentó matar al dictador. La fecha se conmemora en Alemania como el símbolo de la resistencia contra Hitler y fue la elegida para el traslado de los restos de Hess, que fue designado por el fürher jefe del Partido Nazi y ministro de Estado, ocupando casi todas las carteras, excepto de Guerra y Política Exterior.
El líder nazi, autor de un ensayo sobre Hitler titulado «Cómo debe ser el hombre que conduzca a Alemania a su antigua grandeza», fue enterrado en la parroquia protestante de Wunsiedel, donde él mismo expresó que quería ser sepultado junto a los restos de sus padres, que tenían su segunda vivienda en esta pequeña localidad bávara. Los herederos del dirigente nazi, antiguo número dos del partido nacionalsocialista (NSDAP) y considerado la «cara amable» del régimen, han manifestado que incinerarán sus restos y esparcirán sus cenizas en alta mar, según informó ayer el diario Süddeutsche Zeitung.
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