Nueva Orleans
Allen a pleno pulmón en el Liceo
Barcelona- Hay varias maneras de empezar un año de manera musical. En Viena, desde hace demasiado tiempo, se hace a ritmo de valses de Strauss. Woody Allen quiso inaugurar ayer lo que puede ser una nueva tradición al traer los sonidos de la música de Nueva Orleans al Gran Teatro del Liceo barcelonés. Era la primera vez que se le veía en la capital catalana tras haber concluido el rodaje de «Vicky Cristina Barcelona», la película que rodó el pasado verano con Javier Bardem, Penélope Cruz y Scarlett Johansson, y que se estrenará durante las próximas fiestas de la Mercè.
Pero Allen no regresó en calidad de autor cinematográfico sino como clarinetista y líder de la formación que desde hace algún tiempo se pasea por nuestro país con notable éxito de público. De hecho, la visita de ayer es el inicio de una gira por nuestro país de la New Orleans Jazz Band, que hoy viajará hasta el Kursaal de San Sebastián, mañana al Teatro de la Ópera de La Coruña y el viernes al Palacio de Festivales de Cantabria, en Santander.
El encuentro de Woody Allen y el Liceo supone llegar al único gran auditorio al que hasta ahora no habían alcanzado sus homenajes al jazz y al swing tradicional. Por eso fue fiel a su habitual repertorio y no defraudó a los numerosos seguidores que agotaron las entradas del teatro. Fuera de la pompa habitual de otros conciertos en esta sala, Allen apareció interpretando su papel de tímido y despistado, aunque admitió que jugaba en campo amigo, al haberse ganado el público desde el primer momento.
Con una puesta en escena sombría, como sucede siempre en sus actuaciones, el grupo tocó durante hora y media ante un auditorio en el que se veía alguna cara dormida por la resaca y hasta un joven italiano que escuchaba música en su IPod.
Tras felicitar con un «Bon Nadal» y un «Happy New Year», Woody Allen pidió al público que se relajara: «Intentaremos hacerlo lo mejor que podamos», dijo. En mangas de camisa, tras quitarse el jersey en el primer tema, el cineasta y su banda repasaron sonidos propios de salas de fiesta o cabarets de Louisiana. Fueron temas orquestales, en su mayoría rápidos, que parecían un homenaje al cine mudo. Formaron parte de un programa en el que hubo algún guiño hispano como la canción «Para Vigo me voy». Clarinete en mano, se mostró generoso y regaló un par de bises a la audiencia. «Es un honor estar aquí y éste es mi particular tributo a Barcelona», aseguró el músico. Ahora sólo falta que estrene su película rodada en la ciudad.
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