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Boxeo y muerte

La Razón
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La muerte de un boxeador en el ring empieza a no ser noticia. La de un futbolista en el césped o posteriormente en el hospital sorprende por inusual. La fatalidad de los púgiles es sobradamente conocida y la sociedad, salvo países como Estados Unidos y lugares donde todavía el hambre impulsa a subir al cuadrilátero, ha repudiado este deporte. El fútbol, que nunca ha sido tenido por dramático y hasta el pase de la muerte, en el que murió un portero, lo han reconvertido los nuevos comentaristas en una cesión de balón desde la línea de fondo hacia atrás y le han restado dramatismo.

En el boxeo ya se han contabilizado, con la de la pasada semana, más de 330 defunciones. Contra la defensa que de esta disciplina hacen algunos, falta por saber el número real de profesionales con deficiencias físicas y mentales padecidas al final de su carrera.

Las muertes del boxeo apenas preocupan. Las del fútbol todavía no han alcanzado cifras espectaculares, pero nadie puede olvidar el reciente fallecimiento del sevillista Antonio Puerta. La nueva defunción en el terreno de juego ha sido la del capitán del equipo escocés Motherwell, Phil O'Donnell.

No son comparables la lista de futbolistas muertos con la de los boxeadores y sin embargo, el número de óbitos de los últimos años aconseja seguir médicamente más de cerca la vida profesional de los futbolistas. Ante la muerte imprevista hay incógnitas, pe- ro deben despejarse las dudas sobre todo lo previsible.