Barbate

Coca en la comisaría: el gran almacén de las drogas

Toneladas de droga en coches, en sótanos, en calabozos... Las autoridades requisan tantos alijos que ya no saben dónde meterlos. Un año después del robo de 100 kilos de cocaína en una comisaría sevillana, el problema sigue empeorando.

Cada operación contra el narcotráfico aumenta los problemas de almacenaje de las autoridades
Cada operación contra el narcotráfico aumenta los problemas de almacenaje de las autoridadeslarazon

Cada año se agrava el problema: toneladas de droga se acumulan en viejos calabozos de las comisarías o en cuartos inadecuados de los cuarteles de la Guardia Civil. Sólo en 2007, las fuerzas del orden capturaron más de 385.000 kilos de hachís y casi 800 de cocaína. Estas sustancias quedan en depósito y a disposición de los jueces. Así, las autoridades se convierten en los mayores almacenistas de droga que jamás pudieran pensarse.
Uno de los efectos de este desgobierno es el robo de cien kilos de cocaína que se produjo en los bajos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla que se descubrió hace justo un año. Tras doce meses de indagaciones de los agentes de asuntos internos y presiones políticas, el gran escándalo no se ha resuelto: no hay indicios, ni pruebas ni detenidos.
A consecuencia de la bochornosa desaparición de la mercancía, mal depositada y peor vigilada, personas cercanas al Ministerio del Interior aseguran que Alfredo Pérez Rubalcaba está sufriendo un intenso desgaste. Por su parte, los sindicatos policiales (Unión Federal de la Policía, Confederación Española de Policía, Sindicato Unificado de la Policía) opinan que la falta de resultados sólo ha logrado dañar la credibilidad del cuerpo.



En enormes fardos
El robo se descubrió por pura casualidad aquel día negro en la historia de la Jefatura de Sevilla. Un abogado exigió un contraanálisis y descubrió que la sustancia que se almacenaba no era droga, sino harina. Desde aquel momento, hasta siete presuntos traficantes han sido puestos en libertad al no poder probar que la sustancia que se les intervino fuese droga.
La ley dispone que los alijos capturados sean destruidos con diligencia, pero no se han activado con eficacia las previsiones. Así que la droga se guarda en enormes fardos a la espera de que los jueces decidan. El sistema es lento, desafortunado y peligroso, pero ni Justicia ni Interior han sido capaces de activar este engranaje.
La droga suele destruirse mediante incineración, pero no se dispone de hornos específicos. Por eso se utilizan plantas de abonos y cementeras hasta que éstas se niegan a seguir dando servicio por el exceso de grasas resultantes, que provocan obstrucciones en los hornos. El CICO (Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado) se deshace de los depósitos de droga a través de una empresa especializada, pero en ocasiones no resulta suficiente.
Agobiados por la carencia de incineradoras, los agentes del orden han tenido que recurrir en ocasiones a la quema de grandes alijos de droga en medio de algún recinto militar, por ejemplo en la zona de Barbate. Es un procedimiento chocante, además de lento: a veces la droga tarda 72 horas en consumirse e impregna el ambiente con sus peligrosos humos.
Resulta increíble que no se acelere la destrucción de las cantidades incautadas, tras guardar lo que según la ley es suficiente para los contraanálisis: muestras de unos diez gramos, según la normativa de 1984. Y en caso de tener que guardar cantidades importantes, deberían existir unos depósitos judiciales especialmente preparados. La actual situación ha provocado ya al menos otro hurto de mercancía y numerosas situaciones escandalosas. A veces los alijos se guardan en vehículos aparcados o en otros depósitos provisionales. En Andalucía, en el momento de producirse la desaparición de los cien kilos, llevaban cuatro años sin que se hubiera destruido ninguna de las grandes cantidades de droga incautada.
En el caso de la Guardia Civil, debido a que se trata de un cuerpo militar, la custodia es diferente. Los medios son igual de precarios, pero la técnica y disciplina difieren. Los grandes alijos se guardan en cuartos que a veces solo se cierran con una frágil puerta. En Cádiz, la Benemérita dispone de un búnker con dispositivos electrónicos. En la provincia se intervienen gran cantidad de transportes, lo que amenaza de saturación la gran capacidad del recinto elegido.


En punto muerto
Normalmente, lo primero que se hace es analizar la mercancía incautada y la destrucción del depósito queda a la orden del juez. En la Consejería de Justicia, organismo encargado en Andalucía de la construcción de depósitos , que de momento no contempla, tienen una opinión polémica sobre los almacenes: dicen no entender por qué la Guardia Civil mantiene sus depósitos bajo control y la Policía tiene dificultades. A raíz del escandaloso robo de Sevilla, las comisarías han reforzado la vigilancia. Mientras, desde el Ministerio del Interior insisten: la investigación avanza. Personas menos optimistas del propio cuerpo dicen que «está en punto muerto».