Criminalidad
Cuando la ayuda es una necesidad
MADRID- Marcos lleva tutelado toda su vida, desde que era un niño en un centro de menores, hasta la Agencia Madrileña de Tutela de Adultos AMTA. Así, la Consejería de Asuntos Sociales, dirigida por Gádor Óngil, es su madre y su padre. «Lo que más me gusta es que me den apoyo. Cuando me atropelló un coche y me rompió una pierna me cuidaron y vinieron a verme los guardas al hospital», cuenta.
Marcos es enfermo mental, de SIDA, toxicómano y analfabeto, pero se le tiene un cariño especial, aunque ponga mala cara cuando no le dan todo el dinero que quiere. Porque Marcos, como la mayoría de los 2.360 tutelados que hay en AMTA, tiene que ir a la agencia para que le den su paga semanal, el dinero que la Comunidad, les da para sus gastos personales.
«Los martes vienen a cobrar, le dicen al asistente social lo que quieren hacer con el dinero, por ejemplo, comprarse unos zapatos, y él confirma el gasto y les ajusta el presupuesto», explica Carlos Zorí, director de AMTA, y añade que para los tutelados esta es la peor parte. «Nosotros somos una figura impuesta por un juzgado, ellos no entienden por qué no pueden tomar sus propias decisiones». Sin embargo, poco a poco, descubren que AMTA es algo más que la caja del dinero. «Algunos comparan su vida anterior a la intervención y lo valoran, piden apoyo para tomar decisiones y se sienten protegidos», explica Vanesa López, coordinadora del área social.
Pero lo que Marcos más agradece, el cariño, es algo que está fuera de las funciones de AMTA pero que realizan todos sus miembros por pura vocación. «Una vez los familiares de un chico, que está tutelado pero vivía con ellos, le abandonaron en la puerta de la agencia. Una de las trabajadoras le acompañó a buscar una pensión y, fue a cenar y luego a desayunar con él para que no se quedara solo», cuenta Carlos Zorí. «Cuidamos que no vuelvan a la calle, que duerman en casa y se tomen su medicación», añade.
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