Tokio
De abejas por la Alcarria por Antonio Pérez Henares
Pepe Loeches, el mielero de Albalate de Zorita (Guadalajara) con cuatro Gramys de música y premio del año con su miel «Cruz Real», y un servidor de ayudante, cogimos la semana pasada dos enjambres. Es ahora cuando las reinas levantan el vuelo y el momento de hacerse con ellas para llenar colmenas. El primero colgaba de una encina y era muy grande. El segundo estaba casi a ras de suelo en un romero.
Lo inaudito es que las abejas dejaban casi acariciar la masa que formaban, sin atacar. Para introducirla en su nuevo hogar la cuestión es que la «soberana» entre en la caja porque como un rebaño apresurado las demás la seguirán apelotonándose en la entrada como japoneses a las puertas del metro en Tokio. Algunas, con el abdomen levantado, agitaban velozmente las alas: «Están llamando a las otras». En unos minutos la mayoría estaba dentro y trabajando. Algunas llegaban con las patitas impregnadas de polen mientras que otras limpiaban su casa de algún palito o incluso el cadáver de alguna compañera muerta en el trajín. «Una colmena es el lugar más limpio del mundo», me dijo Pepe.
Hablamos también de sus enfermedades. Sobre todo de la última de la que hace cerca de cuatro años había hablado «A tu salud», pero que sólo cuando el año pasado llegó la cosa de EE UU algunos se enteraron y hubo mucha alarma. Que se hubiera descubierto su origen y hasta cierta cura en un centro de investigación de Marchamalo (Guadalajara) no les pareció a muchos noticia hasta que la dieron los americanos.
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