Cine
Días sin cine
Una de cal y otra de crisis, ayer nos enteramos de que el cine español va de culo casi a la misma hora en que los yankees montaban en globo a Javier Bardem, ese Marlon Brando a lo más feo que cuando se salta el guión tirita el misterio.
A cuento de que subían el precio del tabaco, un día dijo Umbral que mejor para el bolsillo haberlo hecho con las entradas del teatro porque total, la gente no iba a ir de todas formas y fumar como siempre, como carreteros. Ahora lo mismo podríamos decir del cine, que los políticos apuntalen ahí medio ipc si quieren porque en los dvd's que tiramos de la manta podemos ver hasta el patio de butacas sin movernos del sofá, que eso sí es el cine en casa. Nada tiene que ver en esto la calidad de las películas, y permitan que discrepe de quienes echan la culpa al bajo nivel de la producción nacional, porque ahí tenemos «El orfanato», una castaña morrocotuda por más que la premien, que ha logrado salvar el pellejo a la industria mientras «La soledad» no pilla ni las sobras. Lo mismo pasa con lo de fuera, tanto que insistimos, y dale, en que esto no es Hollywood: «Promesas del Este» o «Zodiac», las tres horas más alucinantes del año, no se han acercado ni soplando a Johnny Depp, el pirata pintón. No es cuestión de calidad, qué va, sino de cantidad de publicidad enchufada en el intermedio de «Salsa rosa».
El cine español no funciona porque el español no funciona en el cine, que así dicho suena a cochinadas en la butaca pero no es más que la indiferencia del espectador ante lo que le echen. La solución a tan bestial caída libre igual está más en pensar que las salas ya nunca se abarrotarán porque en la Gran Vía en vez de cines ahora hay Zaras. Porque los domingos nos gusta el fútbol y porque mucho decir que Bardem mola pero a ver cuánta gente se mete un chute de los Coen a cambio de siete euros.
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