Lenguaje

El deleire de los tolosabos

La Razón
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Aplaudo a Carmen Caffarel por organizar este sábado el Día del Español, una suerte de fiesta mundial para celebrar la variedad y vitalidad de nuestro idioma. Celebro que el Instituto Cervantes haya puesto en marcha www.eldiae.es, donde cincuenta mil internautas han elegido sus palabras favoritas y han confeccionado, a golpe de ocurrencia, el «Ficcionario», una lista de palabras inexistentes plagada de hallazgos. Dado que nuestros políticos consultan poco el diccionario auténtico, sugiero que se den una vuelta por este otro diccionario fantasma para ampliar su amuermante vocabulario. Han gastado, de tanto usarlas, sus seis palabras comodín: esfuerzo, crisis, confianza, mentira, responsabilidades y explicaciones. Hablantes poco partidarios de Zapatero y Rajoy proponen dos términos inspirados en sus apellidos respectivos: «rajoyear» –quedarse quieto– o «zapatético» –político patético–. De ambos podría afirmarse también que sufren, en ocasiones, de «ombligofrenia» –conocimiento exclusivo de su propio ombligo–. Ambos cometieron hace tiempo el error de cálculo de considerar al otro un «tontrincante», adversario falto de inteligencia o astucia. A Rajoy le achacó con éxito el PSOE su predisposición a decir siempre que no, lo que el «Ficcionario» bautiza como un «nócrata». A Zapatero le atribuye el PP gusto por perder el tiempo en cosas innecesarias, es decir, tendencia la «inutilería». Los periodistas tal vez nos veamos retratados por esta otra palabra reveladora: «tolosabo», dícese del que cree saberlo todo. Tolosabos que llenan de «tonteorías» sus «textículos». Bendita imaginación la de los ficcio-hablantes. Aunque la palabra más votada haya sido «ambientólogo», para mí los mejores hallazgos son éstos: «biodesagradable», la parte incómoda de la vida sana; «arquitortura», que viene a ser un puente de Calatrava; y «morrosidad», que es la tasa de quienes no pagan porque no les da la gana. Mención especial para «endocatroptosismocatonomorfo», que es la patología del lenguaje caracterizada por la incontinencia silábica en forma de hemorragia verbal, es decir, Juan Fernando López Aguilar. Y la medalla de oro: «deleire», dícese del desvarío intelectual producido por el falso avistamiento de acontecimientos planetarios.