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«El éxito es devastador para muchos jóvenes»

«El éxito es devastador para muchos jóvenes»
«El éxito es devastador para muchos jóvenes»larazon

-¿Cómo llegó a la farándula?-Siendo estudiante de cine, me ofrecieron un papel en Hostal Royal Manzanares. Ahí empezó todo. Tenía 23 años e interpretaba a Angelito, el vecino macarra de Lina Morgan. -«Al salir de clase» le catapultó a la fama.-Era una serie que ensalzaba la juventud y la inexperiencia. Siempre la comparo a las primeras ediciones de «Gran Hermano» y «Operación Triunfo». El fenómeno «fan» fue indescriptible para un chico de barrio como yo.-¿Qué le supuso la fama?-Mi cara era considerada «marca corporativa» de la serie y salí en 19 portadas de revistas en un año. Vivíamos encerrados en el plató, rodeados de gente joven y guapa, ganando un montón de pasta. Fue un delirio.-¡Vaya vidorra!-Sí, pero «Al salir de clase» era una gran endogamia. Mi personaje, Íñigo Vidal, llegó a tener 16 novias consecutivas en la serie. Y la vida real, en posibilidades, no estaba demasiado lejos de la ficción.-Mujeres, dinero, juergas... -Un día, a bordo del yate de un ministro, rodeado de modelos, me pregunté: «¿Qué hago aquí? En el fondo, siendo famoso no soy más feliz que antes». Pero nuestro sistema nos engaña con una jerarquía de triunfadores y perdedores. -Se supone que los ganadores consiguen la felicidad.-¡Falacia! Tengo amigos millonarios que están traumatizados con el dinero y viven con la misma neurosis económica que un mendigo. Lo mismo pasa con la belleza: conozco a algunas de las mujeres más bellas de este país, y siempre se están quejando: «Me falta aquí, me sobra allá, no me gusto...». -Cómo está el patio.-Para la personalidad de muchos de los jóvenes que triunfan en la tele, el éxito es devastador. Llegó el hartazgo y me dediqué al teatro. Pasó el vendaval de la serie. Ya sólo me preguntaba: «¿Quién soy yo realmente?».-¿Cuándo se dio cuenta de que la fama no es la panacea?-En una gira de provincias. Me hallé en un hotel, con las fans aporreando la puerta de mi habitación. Yo permanecía sentado sobre la alfombra, llorando, sin poder salir a la calle. Y me decía: «¿Esto es la fama?».-Su personaje estuvo a punto de devorarle.-Sufrí una crisis de identidad. No entendía aquello hasta que Rodolfo Sancho me invitó a pasar unas vacaciones en casa de su padre.-¡Sancho Gracia!-Una mañana, estábamos paseando por la playa y vino una niña corriendo: «¡Tú eres Curro Jiménez!». Y Sancho Gracia, que ha hecho 200 películas después de esa serie, le dijo amablemente: «Sí, bonita. Soy Curro Jiménez». Fue una lección.-¿Qué hizo cuando se le acabó la fama?-Me dediqué a conocerme a mí mismo viajando por Oriente y Sudamérica con yoghis y chamanes. En un monasterio zen de Japón, una crisis de pena mortal me rompió el ego.-¿Qué le ocurrió?-El maestro no me quiso recibir. «¡He recorrido 17.000 kilómetros para ver a este roshi!», le dije al guardián del templo. «¡He meditado, he leído, he viajado por el mundo!».-¿Se le ablandó? -Me respondió: «Te estás buscando a ti, no al maestro». En ese momento, de alguna manera, me encontré. Poco después fundé el Centro Nagual, donde ofrecemos sistemas milenarios y modernos para liberarse del ego. Y ya sólo actúo por el placer de actuar.

¿Qué quieres ser de mayor?De niño, Mariano ya apuntaba maneras en las tablas. No tardó en llegarle el éxito soñado: fue el protagonista principal de «Al salir de clase». Después, llegó el bajón. Hoy, se ha reciclado en psicoterapeuta y meditador. Asegura que es más feliz.