Los Ángeles
«En el siglo XVIII ya existía el culto a la fama »
Fue una mujer apasionada que pagó las consecuencias de su valentía, una avanzada a su tiempo que sintió en sus carnes la soledad. Keira Knightley es la duquesa de Devonshire, una mujer que supo hacer frente a la rigidez que le tocó vivir. La actriz, que vuelve a interpretar un papel de época, pertenece a ese grupo de estrellas que marcan tendencia, y, como Natalie Portman y Scarlett Johansson, sabe alternar filmes comerciales con historias independientes. -¿Sabía algo sobre esta noble antes de leer el guión del filme?-Nada, lo reconozco. Cuando me llegó el texto venía dentro de una caja enorme con plumas de avestruz y un lazo dorado, así que pensé: «Me da igual cómo sea, esto es fantástico». Después lo leí y comencé a entender que me había tocado la lotería con este personaje. La idea de dar vida a una joven políticamente muy influyente, que, además, resulta ser un icono social por su belleza y su forma de vestir, pero al mismo tiempo resulta una persona bastante vulnerable, que se siente permanentemente sola, me pareció fascinante. -¿Le movió entonces alguna razón personal para aceptarlo?-Me pareció interesante porque pensaba que el culto a la fama era un fenómeno moderno, de ahí que me fascinase comprobar que ya sucedía hace trescientos años. Tal vez ése sea el aspecto menos trascendente de la historia, aunque resulta curiosa la forma en que ella utiliza y manipula su imagen. El estado mental de la duquesa se debilita cuando su matrimonio hace aguas y cada vez necesita más la atención de gente extraña para sobrevivir. Se alimenta de la fama lo mismo que muchos actores, un aspecto psicológico que me parece muy interesante, aunque nada tenga que ver conmigo. -La relación de la duquesa con los hombres no es, precisamente, un camino de rosas.-Desde luego que no. Aplaudo la interpretación que realiza Ralph Fiennes del marido, un hombre que no entiende a su esposa. Son polos opuestos que se repelen. -Pero no es tampoco una víctima.-No me gusta verla así. Lo que le toca vivir es horrendo. Fiennes y yo éramos muy conscientes de que no hay buenos y malos en esta historia. Ella está oprimida, pero es una superviviente. -¿Y qué tal lleva usted esa obsesión actual por las «celebrities»?-El hecho de ser observado resulta extraño, sabes que la gente te mira, y no eres capaz de vislumbrar la locura que se apoderará de tu existencia con la llegada de la fama. Adoro mi trabajo, pero no sé si voy a poder vivir con ella durante toda mi vida.-En cuanto a las libertades, el filme pone de manifiesto cuestiones sociales que aun hoy siguen siendo una realidad entre las mujeres.-Actualmente también colocamos sobre un pedestal a muchas por cómo visten y lo bellas que son; en definitiva, por la imagen que poseen... -Aseguran que tuvo contacto con los actuales Duques de Devonshire mientras preparaba el papel, ¿es así?-En efecto. La Duquesa me llevó a una de sus habitaciones y me mostró sus objetos personales. Vi los libros de apuestas, porque era una gran adicta al juego, aunque eso no lo hemos incluido en la película. Me sorprendió verlos escritos de su puño y letra, mirar las cartas... -Parece sentir debilidad por los filmes de época.-Las películas lo son en cuanto ha pasado una década. Adoro el género porque escapo a una realidad muy diferente a la que vivo.
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