Asia

El Cairo

Entre el diálogo y la confrontación

Cuatro candidatos compiten en las urnas, pero sólo Ahmadineyad tiene el apoyo del Guía Supremo iraní.

Entre el diálogo y la confrontación
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Dos líderes rivales, dos colores y las dos caras de Irán. Así podría resumirse a grosso modo el panorama político iraní ante estas cruciales elecciones presidenciales. Mañana, más de 46 millones de iraníes están convocados a las urnas para elegir al próximo presidente de la Republica Islámica. Cuatro candidatos concurren a estos comicios: el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad; el ultraconservador Mohsen Rezai y los reformistas Mehdi Karrubi y Mir Hossein Musavi, aunque sólo este último es una verdadera amenaza para la reelección de Ahmadineyad. El que fuera primer ministro en los años ochenta, la década posterior a la Revolución, ha sabido ganarse la simpatía de la juventud con su programa reformista, y podría forzar una segunda vuelta.

Muchos estudiantes ven en él la esperanza del cambio, de un Irán aperturista que mira hacia Occidente. Musavi se ha etiquetado como independiente para borrar su deteriorada imagen del pasado y ha escogido el verde como color de su partido. En sus mítines electorales se ha podido ver a decenas de miles de jóvenes vestidos a lo occidental, adornados con cintas verdes y enarbolando banderas del mismo color, mientras por la megafonía se escuchaba música rap. Otra de las novedades de Musavi ha sido incorporar a su mujer en la campaña electoral. Zahra Rahnavard se ha convertido en una auténtica estrella y ha logrado movilizar a las mujeres con su decisión de implicarse en la campaña y subirse al escenario con su marido. Todo lo contrario es el discurso político y la estética de Ahmadineyad. Sus ideas fundamentalistas de exaltación al Islam y la insistente amenaza de Occidente contra los intereses de la nación musulmana han calado entre la conservadora población rural. De negro riguroso visten sus simpatizantes, las mujeres con tradicional «chador» y los hombres con camiseta oscura, y sus discursos son tan sobrios que convierten los actos electorales en algo similar a un funeral. El debate «cara a cara» entre Ahmadineyad y Musavi, retransmitido por televisión el pasado día 3, se convirtió en un cruce de acusaciones y descalificaciones recíprocas. El rival del presidente ultraconservador le acusó de haber impuesto una imagen exterior «dañina y negligente» para el país, que ha empujado a Irán al borde del abismo, y de «dilapidar» los ingresos petroleros con su política de gastos públicos. Musavi reiteró que el Gobierno de Ahmadineyad ha violado en reiteras veces la Ley, y ha destruido su economía «al no saber gestionar el país». Ahmadineyad le devolvió el golpe y refutó todas las alegaciones. «En ningún momento hemos violado ley alguna, ni nos hemos saltado las normas», reiteró con dureza, mientras defendió su legado.

Musavi, el arquitecto reformista:
Husein Musavi, ex primer ministro y candidato reformista a la Presidencia de Irán, dirigió el país en uno de los periodos más delicados, la guerra con Irak (1980-89). Tras 20 años de exilio, ha regresado a la política para retomar el control. Nacido en Azerbaiyán, en 1941, cuenta con el respaldo de la minoría azerí, la más importante de Irán. Arquitecto y pintor de profesión, participó en la Revolución de Jomeini, pero su acción política transcurrió en el pragmatismo y quedó apartado del radicalismo oficial.

Ahmadineyad, el ingeniero ultraconservador:
Mahmud pertenece al sector más ultraconservador de la clase dirigente iraní. Fue el alcalde de Teherán hasta 2005 cuando el Guía Supremo, el ayatolá Jamenei, le aupó a la Presidencia de la Republica Islámica. Ingeniero de carrera, se convirtió en el primer presidente secular del país pero muy pronto empezó a lanzar sus mensajes radicales. La confrontación con la comunidad internacional a raíz de su programa nuclear ha marcado su mandato y arruinado las esperanzas.