
Ecuador
«Muchas familias tendrán que irse a vivir con los abuelos»
Los más previsores viven de sus ahorros y los menos cautos se ven obligados a pedir dinero y comida a sus amigos.

MADRID- Los últimos tres meses se han convertido en una pesadilla para 802.800 personas. Ellos han llegado los últimos a las colas del INEM y por eso, porque son los últimos, dice Rut Expositor (Madrid, 29 años), hasta se sienten «afortunados». Ayer se sumaron oficialmente a la lista de parados de nuestro país, en la que ya se encuentran, según la EPA, más de cuatro millones de personas. Los datos no pueden ser peores. De hecho, se trata de la cifra más alta de la historia. Y con la tasa de paro por las nubes, ya hay más de un millón de familias que tienen a todos sus miembros sin empleo. Éste es el caso de la familia Royuela-Campos. Viven en Valdemorillo, un pueblo en las afueras de Madrid, con sus dos hijos de 4 y 8 años. Él, Juan Manuel, se incorporó a las listas del paro el pasado uno de enero y su esposa, Yolanda, hace sólo un mes. «¿Que de qué vivimos? Pues de nuestros ahorros», explica Juan Manuel con una sonrisa porque dice que son jóvenes (sólo tiene 40 años y su mujer, 38) y «sé que algo voy a encontrar». Trabajaba como autónomo en una empresa publicitaria en la que era director de cuentas pero «ya sabes, la crisis y todos a la calle porque actualmente la tónica de las compañías es despedir a sus empleados y contratar becarios por tres duros. Lo peor de todo es que esto va a continuar así mucho tiempo porque este Gobierno no escucha a la gente de la calle. Lo único que genera es apatía y una gran desconfianza. Los parados no necesitamos ayudas sociales que nos permitan vivir mejor o peor durante un corto periodo de tiempo, lo que necesitamos es un trabajo que nos asegure nuestro futuro y el de nuestros hijos», asegura convencido de que en unos meses la tasa de parados crecerá «muchísimo más».La situación de su esposa no difiere demasiado de la suya. «Yolanda tenía un negocio desde hacía 15 años. Se dedicaba a la veterinaria y comida de animales. En su empresa trabajaban cuatro personas, pero hace un mes tuvo que echar el cierre porque tenían una bajada sostenida de ventas de un 60% y así no se puede mantener un negocio, y menos el sueldo de cuatro personas», afirma. A pesar de su difícil situación, Juan Manuel no pierde en ningún momento el buen humor porque «aunque no me ha llegado ninguna oferta de trabajo, yo trato de buscarme la vida y sé que esto no va a poder conmigo. Yo ya tengo experiencia». Y así, con, una media sonrisa, explica que esta es su segunda crisis, que él ya vivió la del 94 y tras dos años en paro consiguió salir adelante. «Por eso animo a mis amigos, porque sé que si te buscas la vida, sales», manifiesta. A pesar de todo, reconoce que conoce a familias que lo están pasando mucho peor que ellos porque «no tienen ahorros y tienen hipotecas que no pueden soportar. Es muy triste, pero hay familias que con mi edad van a tener que volver a casa de sus padres y no irán solos porque les acompañarán, por supuesto, sus hijos», dice resignado.Y en algunos casos ni siquiera tendrán la oportunidad de volver a casa de sus padres porque no tienen familia aquí. «Mi esposo y mi hijo son mi única familia aquí, el resto está en Ecuador», asegura Carla Davalas. Tiene 30 años y su marido, Edison Ramiro Ceballos, 34. Llevan más de 6 años viviendo en España. De hecho, hace dos, «cuando las cosas aún estaban bien», se compraron un piso. Y ahora ése es su gran problema.A finales del pasado año, ambos se quedaron en el paro y tras siete meses sin cobrar no pueden pagar la hipoteca. «Estamos esperando a que nos embargen la casa. No tenemos ni para comer. Vivimos de la caridad de una amiga y lo peor es que además de quedarnos sin un hogar, en el banco nos dice que nos va a quedar una deuda importante», afirma Clara, a la que casi se le apaga la voz cuando dice que lleva tres años sin ver a sus tres hijas, que viven en Ecuador con su madre. «Pensabamos traérlas el verano pasado, y mira. Esto es un infierno», dice mientras mira a su hijo pequeño de cinco años, quien es ahora «su único consuelo».
Hogar Royuela-CamposJuan Luis sólo tiene un consejo para los que están en su misma situación: «Tienen que levantarse, buscar una rutina y pensar "¿qué puedo hacer yo para salir de esta situación?"». Es sólo una actitud que te ayuda a ver las cosas de otro color porque Juan Luis sabe que «el mundo no empieza ni termina aquí». Un mensaje de optimismo porque está convencido de que tendrá que reciclarse, trabajar en cosas que no le gustan o que no tienen nada que ver con lo que ha estudiado, pero está convencido de que «saldrán adelante».
Hogar Ceballos-DavalasClara no sabe cuánto tiempo más van a poder pasar en su piso, del que han pagado ya un año de hipoteca y del que se van a tener que marchar en breve, según les dicen los bancos. Se quedan en la calle, sin dinero y sin la parte que ya pagaron de su piso. Cuando les obliguen a irse se marcharán a casa de una amiga de Carla. «Tiene una casita en el campo y me ha dicho que nos la deja hasta que encontremos un trabajo y le podamos pagar un alquiler», explica Carla, que dice que «al menos tendrán un lugar para cobijarse.
✕
Accede a tu cuenta para comentar