Sudáfrica
Investigación control y transparencia
Lo que más me da que pensar en el debate sobre los transgénicos es la posición intransigente del ecologismo. Decir a todo que «no» sin encontrar un solo argumento positivo es propio de quienes parten de posiciones preconcebidas. Con relación a los OGM (organismos genéticamente modificados) siempre dije que lo importante es investigar, informar y exigir transparencia. Particularmente prefiero los alimentos ecológicos, basado en la agricultura tradicional no intensiva, pero habrá que convenir en que no son accesibles a todo el mundo por cuestión de precio.Dicho lo anterior conviene precisar que la ecología no tiene por qué ser incompatible con la biotecnología. Llevamos años modificando especies vegetales y/o animales para adaptarlas al clima, la humedad, la altura o cualquier otra condición de supervivencia. El resultado es la evolución de las especies y las cosechas, unas veces con más fortuna y otras con menos. Modificar un gen en el interior del ADN de una planta es algo que la ciencia puede hacer hoy sin complicaciones. Plantearlo en determinadas zonas del globo es, por lo demás, cuestión de vida o muerte. No tiene por eso mismo que ser necesariamente negativo el hecho de poder adaptar un cultivo para que pueda crecer en condiciones de sequía o para superar plagas de insectos. Lo importante es que se emprenda con seguridad, con los debidos avales y estudios, controlando el proceso desde el principio, evitando errores o abusos que puedan perjudicar, por ejemplo, al medio ambiente. Y, por supuesto, advirtiendo al consumidor que el producto que compra ha sido sometido a un proceso de modificación genética. O sea, investigación más control más información más transparencia.Los productos transgénicos no son cosa de hoy. Han transcurrido ya veinte años de investigaciones y trece de comercialización. En este tiempo no se han detectado problemas con relación a la salud o medioambientales. Las alertas alimenticias se han producido en los cultivos tradicionales, pero no en los biotecnológicos. Un dato que, sin duda, debe ser considerado a la hora de evaluarlos.Cuestión distinta son los intereses. Es verdad que el problema de los transgénicos puede estar en el control que sobre ellos ejercen determinados países o multinacionales. El monopolio siempre es malo, pero hay que entender que quien hace una investigación tiene derecho a rentabilizarla. Ocurre en medicina y no parece lógico que se actúe de otra manera en el caso de los alimentos.Oponerse porque sí a los avances de la ciencia es bastante absurdo. Otra cosa es legislar para que la ciencia actúe con el sentido común. Permitir que las compañías biotecnológicas y sus científicos experimenten con la salud tiene riesgos que conviene controlar. Principalmente porque anda suelto por el mundo mucho loco y mucha compañía con ánimo de lucro dispuestos a sacrificar la calidad por obtener más beneficios. Luego el acento debe estar en la regulación.He tenido oportunidad de ver extensos campos de maíz transgénico en Sudáfrica. Me ha sorprendido su fertilidad frente a los tradicionales, soslayando la contaminación por el gusano del taladro, que devasta los campos y genera problemas cancerígenos debido a la micotoxina que transporta.Garantizar cosechas abundantes en África, por ejemplo, no tiene por qué ser necesariamente pernicioso. Siempre es mejor comer que morirse de hambre. En la Europa de la abundancia es fácil atacar a los transgénicos, pues podemos elegir. En el tercer mundo no siempre pueden, y es mejor poder garantizar las cosechas a perderlas.Los transgénicos tienen sus ventajas. Por ejemplo, son resistentes a las condiciones climáticas y capaces de evitar el uso de plaguicidas y pesticidas. Son más ecológicos desde este punto de vista. Cosa que quienes parten de posiciones preconcebidas nunca van a reconocer. Prefiero la agricultura ecológica no intensiva y no sometida a químicos. Ahora bien, ¿es realista exigir que todos los cultivos del mundo puedan ser así? Bajo mi punto de vista, lo que debemos propiciar es que se garantice la posibilidad de elección. Ecológico, biotecnológico o químico, pero siempre sabiendo lo que compramos o comemos. No por el hecho de pensar que las ondas electromagnéticas son nocivas planteamos la prohibición de los teléfonos móviles. El integrismo siempre es malo. Incluso cuando es ecológico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar