Estados Unidos
La primera guerra de Obama: la economía
"Estados Unidos tiene dos guerras por librar: la económica y la de verdad". Barack Obama dixit. Esta declaración de intenciones deja bien a las claras cuáles son las prioridades del nuevo presidente estadounidense. Los asuntos económicos se han convertido, sin duda, en la principal preocupación de los estadounidenses, por encima incluso de la salud y de la Guerra de Irak, y Obama lo sabe. Después de una campaña electoral marcada por la crisis económica y financiera, sus primeras palabras se dirigieron en esta dirección.
La economía ha sido una de las claves en la victoria del candidato demócrata, frente a un John McCain que ha sido puesto en tela de juicio por su relación de partido con George W. Bush, señalado como el gran culpable de todos los males que acechan Estados Unidos. Durante toda la campaña, Obama se dedicó a acercar a McCain a las políticas de la Administración Bush, mientras que el candidato republicano insistía en alejarse. La mayor crisis financiera de la historia ha provocado que los índices de confianza de los ciudadanos hayan caído por los suelos, y ésa ha sido precisamente una de los éxitos del nuevo presidente: convencer de que él representa el cambio, de que él conseguirá sacar al país de la coyuntura actual.
Las encuestas no engañan. El 89% de los estadounidenses tiene una visión negativa de cómo está la economía y el 85% asegura que el país no va en la dirección adecuada. Antes de la votación final, un 54% consideraba que el candidato demócrata mejoraría la situación económica, frente a un 32% que creía más en McCain. Esa confianza en el cambio, en Obama, es la gran responsabilidad del ex senador de Illinois.
La crisis subprime ya se había convertido los temas económicos en protagonistas durante las primarias, pero la explosión de la crisis financiera los situó por encima del resto de asuntos que preocupan a los estadounidenses. La división de los congresistas republicanos a la hora de aprobar el Plan de Rescate de 700.000 millones de dólares de la Administración Bush o la incapacidad de McCain para explicar el significado de la crisis, frente a un Obama mucho más cercano y concreto, decantaron la balanza a favor del candidato demócrata en materia económica. Durante la campaña, ambos candidatos se mostraron cautelosos respecto al Plan, aunque se mostró más partidario el ex senador de Illinois.
Obama y su equipo tienen ahora dos meses y medio -tomará posesión el 20 de enero- para preparar las bases de su política económica inmediata. De hecho, se especula con que uno de sus primeros nombramientos sea el del secretario general del Tesoro, aunque, de momento, no han salido nombres a la palestra, aunque parece que el papel del matrimonio Clinton será relevante. La crisis financiera y el déficit son los dos grandes retos que debe afrontar el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Cuando Bush asumió el poder en 2000, recibió una herencia de 651.000 millones de superávit, y después de ocho años deja un déficit presupuestario 483.000 millones, sin incluir los 700.000 millones del paquete de medidas para estimular la economía y rescatar a las entidades financieras en dificultades.
Impuestos para ricos
Además, la Administración Obama tendrá que buscar una manera de estimular el crecimiento económico y devolver el optimismo a los ciudadanos estadounidenses, que han dejado de consumir, acosados por la inseguridad laboral y la desconfianza. El gasto de los consumidores, que en Estados Unidos representa más de dos tercios del PIB, cayó en el último trimestre un 3,1%, la primera disminución en 17 años y la mayor en 28 años. Por tanto, recuperar la confianza y fomentar el consumo serán imprescindibles para salir de la crisis. "Sé que éstos son momentos difíciles, pero también sé que se trata de rechazar el temor y de unirnos. Es así como saldremos de esta crisis", dijo Obama durante su campaña.
Para fomentar el consumo, Obama ha prometido no subir los impuestos a todos los trabajadores que cobren menos de 250.000 dólares al año. "Lo último que debemos hacer en esta economía es subir los impuestos a la clase media", subrayó en uno de sus mítines. Obama, que apoyó con cautela el Plan Paulson, reclamó más medidas a la Administración Bush. Sin embargo, con un rescate que prácticamente equivale al gasto anual del Gobierno (excluyendo la seguridad social y el sistema de salud Medicare) estas promesas parecen, al menos, complicadas. Asimismo, el declive del dólar frente al euro y las dudas que recaen sobre la hegemonía de Wall Street como centro mundial de la banca de inversión serán otros de los obstáculos que Obama tendrá que salvar.
Cómo y cuándo saldrá de la crisis Estados Unidos es una incógnita. Lo que sí es seguro es que la elección de Barack Obama como presidente de la primera potencia mundial se estudiará en los libros de historia del futuro como un hecho que marcó un antes y un después en el 'país de las oportunidades' y en el mundo.
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