Getafe
Lleno total en el estreno de Sol
Quién iba a decirle al mismísimo reloj de la Puerta del Sol que a 28 metros bajo tierra iban a hacerle sombra en eso de ser fotografiado. Si el sábado fueron los políticos los que inauguraron la nueva estación de Cercanías, ayer fue el turno de los que realmente van a ser sus usuarios. Y si no todos, la mayoría de ellos sí asistieron a la cita cámara de fotos en mano, por aquello de inmortalizar el momento.
Quizá por la expectación que se había creado en torno a la «megaobra» tras seis años de espera o porque no había ningún plan mejor para el domingo, lo cierto es que ayer miles de madrileños acudieron en masa a visitar lo que el presidente del Gobierno ya ha bautizado como «la joya de la corona» del Cercanías. Aunque la mayoría de los visitantes de ayer eran más curiosos que usuarios de todos los días, la gran mayoría se mostraron «impresionados» con el vestíbulo de 4.000 metros cuadrados de superficie y con el lujo que supone poder «plantarse» en el corazón de Madrid en tan solo unos minutos.
Es el caso de Francisco y Mar, un matrimonio de Pinto que tardó en llegar al kilómetro cero 25 minutos cuando hasta ayer tenían que emplear «más de tres cuartos de hora» si no querían coger el coche. Además Francisco, ingeniero de profesión, sentía ayer «cierto orgullo» por ver terminado un proyecto en el que él puso «su granito de arena» ya que participó en el proyecto inicial que hace nueve años encargó el Ministerio de Fomento.
A kilómetro por minuto
«Es increíble poder llegar desde Aranjuez a la Puerta del Sol en transporte público y sin hacer ni un transbordo», comentaba un matrimonio mayor. «Hay 50 kilómetros y hemos tardado menos de 50 minutos». «Además la estación es elegante, moderna... ¡Le damos un diez a los que lo han hecho!», decía la señora mientras contemplaba, a través del cristal, los restos de la antigua iglesia del Buen Suceso (1607-1864), cuyo hallazgo retrasó diez meses las obras. Aunque hubo gente que no le gustaron demasiado estos restos de la época de Carlos V.
«¿Tanta espera por esto?», se quejaba un anciano que chequeaba cada detalle de la estación con ojos reticentes. «Tengo 74 años y aún recuerdo cuando hicieron la primera ampliación de la Línea 2 de Metro. Ahora habrá mucha tecnología pero lo que han hecho fuera es un horror, ¡qué suntuoso!, debían haber puesto una entrada como las antiguas».
Las azafatas de información coincidían en que la mayoría de los viajeros de ayer venían simplemente «a pasear», «como el que va a pasar la tarde a un centro comercial».
Por eso la «hora punta» de ayer fue prácticamente durante todo el día desde las 12:00 horas del mediodía. Y, aunque pocos, sí hubo viajeros en el primer tren que paró en Sol. Fue un convoy de la línea C-4 que parte cada día a las 5:15 de Atocha con dirección a Alcobendas. «Iban cuatro medio borrachos que venían de fiesta y dos o tres personas más», comentaba el taquillero. También había gente como Gema, que desde hoy lunes sí va a usar la línea C-3 todos los días y ayer hizo el trayecto para calcular con cuanto tiempo tenía que salir de casa. «No he tardado ni media hora y vivo en Getafe», comentaba la mujer, «contentísima» al darse cuenta que desde hoy puede dormir un buen rato más antes de ir a trabajar.
Otro grupo de señoras habían venido hasta el centro de Madrid desde Colmenar Viejo «sólo por el placer de montarte al lado de casa, en la sierra, y bajarte en Sol». «Nosotras trabajamos en Colmenar y no vamos a usarlo a diario pero ¿quién no viene de vez en cuando al centro de Madrid?», comentaban. «A los que seguro que les viene de perlas es a los extranjeros que vengan a hacer turismo», añadía otra amiga. Aunque éstos ayer parece que ya tenían bastante con contemplar el ¿tragabolas? ¿la oruga? del exterior de la estación. «Parece Guggenheim», decía un grupo de japoneses. Algo en lo prácticamente coincidió con una bilbaína afincada en Madrid. «A mi me encanta porque me recuerda a las bocas de metro de mi ciudad». «Pero claro, ahora está tan nuevo que es muy bonito, a ver cuánto tarda en llenarse de grafitis o cómo resiste a las Nocheviejas...».
Un museo en la estación
Se esperaba que los restos de la iglesia del Buen Suceso, del s. XVII, encontrados durante las excavaciones, fueran el punto de parada obligada para todos los que se adentraran por primera vez en la gran caverna de 28 metros de altura. Y aunque todos se paraban a mirar, estas ruinas no se llevaron demasiadas fotografías. Para sorpresa de muchos, la gente se hacía ayer fotos en la cúpula exterior y, sobre todo, dentro de la estación e incluso en el interior de los trenes. La mayoría venían preparados de casa con cámaras. Y los que no, con la del móvil.
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