
Campaña electoral
Lo importante y lo accesorio

No cabe duda de que lo importante en las elecciones de ayer era ganarlas y lo accesorio, que los comicios tuvieran como finalidad elegir los diputados que nos representarán en el Parlamento Europeo durante los próximos cinco años. Para Rajoy resultaba fundamental vencer porque así consolidaba su liderazgo en el centro derecha y desaparecerían, por lo menos de momento, las maniobras internas en su contra con el fin de desplazarlo de su cargo; para Zapatero, porque así recuperaba la confianza y el apoyo de algunos significativos sectores sociales que habían empezado a darle la espalda ante la posibilidad de que su estrella se encuentre en franco declive. Los ciudadanos que ayer acudieron a las urnas (o hace unos días, en el caso de los que votaron por correo) desconocían las propuestas por las que debían depositar la papeleta a favor de uno u otro partido; y digo uno u otro, porque la bipolarización de la campaña entre los dos «grandes» hizo desparecer de la escena mediática a todos los demás, que quedaron relegados a espacios mínimos en las informaciones de todos los medios. Así pues, los españoles votaron en función o en contra de los trajes de Milano, de la píldora del día después, de la futura Ley del Aborto o de la utilización de un bien público -el avión Falcon- para usos privados de partido. En las encuestas diarias que realizan las formaciones políticas, por lo menos las de mayor importancia, el resultado para los socialistas era cada vez menos halagüeño en más de la mitad de las provincias españolas. En éstas, la victoria electoral se inclinaba claramente a favor del PP y con el fin de «dar la vuelta a los pronósticos» (el entrecomillado pertenece a Zapatero) el Gobierno quiso hacerse una operación estética que borrara de un plumazo las pésimas cifras económicas o la Ley del Aborto; porque como bien decía ayer mi admirado Alfonso Ussía, muchísimos militantes del PSOE no «tragan» con el contenido de esa Ley. Hay que decir en favor de los estrategas gubernamentales que el buen resultado de las cifras de empleo, proporcionado por el «Plan E», llegó en el momento oportuno para avalar el pretendido mensaje de tranquilidad en lo económico, seguridad en lo social y serenidad en lo político. Por cierto, que Ussía adelantó en LA RAZÓN la noticia de que La Reina vuela en línea regular, e incluso en Low Cost cuando el motivo del desplazamiento es particular. Pues bien, la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha recorrido España de mitin en mitin en una furgoneta repleta de cajas y propaganda electoral en su parte posterior. Su correspondiente escolta se trasladaba en otros vehículos cuyos conductores debieron sufrir lo suyo por esas carreteras, al no poder superar la velocidad límite de la «fragoneta». En sus trayectos habituales, Esperanza Aguirre utiliza un coche oficial blindado, heredado del ex consejero Carlos Mayor Oreja y que, dada su vetustez, tiene un valor de mercado de tres millones de pesetas. Habrá quien se pregunte por qué no usó el vehículo blindado para los mítines pues porque es un coche oficial y los actos electorales son actividades de partido a las que acude como presidenta de PP en Madrid y no como dirigente de la Comunidad. Y es que no hay nada como predicar con el ejemplo.
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