Elecciones generales

Lo que la ira esconde

La Razón
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Las reacciones iracundas de los socialistas a la manifestación a favor de la familia están sirviendo para poner de manifiesto el verdadero talante de los dirigentes de ese partido y su concepción del papel que le reservan a la Iglesia si algún día llegaran a establecer la sociedad laicista que propugnan.

Se quejan de dos frases pronunciadas en sendos
discursos por dos cardenales, cuando lo que en realidad les duele es que escucharan esas frases dos millones de personas –si en la manifestación hubieran estado unos cuantos miles nada más, no habrían armado el alboroto
que están armando–.

Cita electoral

Protestan también porque hayan sido dichas en un momento próximo a la cita electoral, olvidando que la Iglesia lleva diciendo más o menos lo mismo durante toda la legislatura sin que se le haga caso. Dicen que el Vaticano está disgustado y no está de acuerdo con lo que ocurrió el 30 de diciembre, como si no hubiera participado en el acto el propio Papa y como si éste pudiera estar triste porque dos millones de personas se echaran
a la calle para defender la familia en plena época de vacaciones.

Circula el rumor de que los «halcones» del Gobierno –capitaneados por el propio Presidente– se han arrojado sobre las «palomas» –los que han trabajado para que hubiera buenas relaciones con la Conferencia Episcopal en estos cuatro años– acusándoles de no haber logrado que la Iglesia fuera más dócil, como debería, según ellos, en prueba de agradecimiento por haber subido la asignación tributaria al 0,7; pero ¿en qué cabeza mínimamente enterada de lo que es la Iglesia puede caber la idea de que ésta se va a
vender por un puñado de monedas y va a callar cuando se aprueban leyes como la del «divorcio express», la de Educación para la Ciudadanía o se llevan a cabo más de cien mil abortos al año?; o es realmente muy tonto quien piensa eso o hay algo más detrás.

El pánico por la recesión

Hace unos días me refería a lo del conejo que saca el mago de la chistera
para distraer el personal mientras se mete el dinero en el bolsillo. Vuelo a insistir en que ahí está la cuestión. La situación económica está explotando. El miedo a la recesión se está convirtiendo en pánico y eso es lo peor que le puede pasar a cualquier Gobierno de cara a unas elecciones. Es verdad que las encuestas le siguen dando ventaja, aunque por poco, con respecto al PP, pero lo que no se dice es que esos datos se obtienen bajo el supuesto de que la participación sea altísima –el 80 por 100– y que si no es así, si es la habitual –67 por 100– el PP está cinco puntos por delante.

El Gobierno necesita imperiosamente movilizar a sus bases más radicales para que vayan a las urnas, como las movilizó con los atentados hace cuatro años; necesita encontrar algo que se convierta en un revulsivo para esas bases y lo estaba preparando con el aborto –fue Zapatero quien lo puso en circulación– y ahora está queriendo utilizar dos frases pronunciadas en tres horas de discursos para ese fin.

Esta es la verdad de lo que ocurre y todo lo demás no es más que camuflaje y retórica. Tienen miedo a perder las elecciones y creen que echando a los leones –sus votantes radicales– unos cuantos cardenales para que los destrocen, van a dar la vuelta a las encuestas. Olvidan que la sangre de los mártires terminó salpicando a Nerón, que mientras aquéllos han sido considerados defensores de la libertad del
individuo frente al Estado, éste pasó a la historia como un tirano que, además de cantar muy mal, era un payaso.