Washington
Loca carrera hacia Washington
Madrid- Gordon Brown, uno. Sarkozy, cero. El primer ministro británico ya mantuvo el pasado viernes su primer contacto telefónico con Barack Obama y a los portavoces de Downing Street se les caía la baba cuando especificaban que había sido el propio presidente de EE UU quien había tomado la iniciativa. Hablaron de la coyuntura económica y la situación en Oriente Medio, pero la temática era lo de menos. Porque, además, el partido continúa. Ser el primer invitado a la Casa Blanca tiene ahora más que nunca un precio. Todos quieren salir como sea en la foto, pero Reino Unido es consciente de que si Brown no está en esa instantánea será un auténtico perdedor. La estrecha y tradicional relación angloamericana está dejando paso a un panorama distinto, y la sola idea de que sea Nicolas Sarkozy o Angela Merkel quienes tomen el relevo pone los pelos de punta en Westminster. Obama y Brown se verán obligatoriamente el próximo dos de abril en Londres con motivo de la cumbre del G-20. Pero, si no existe una foto de ellos dos solos antes de esta fecha, Reino Unido estimará que ha perdido su posición de privilegio y el «premier» estará más cerca de su fin político. Francia, al acecho Sarkozy también estará en esa cumbre, como Merkel, Berlusconi y, se supone, Zapatero. Sin duda, al presidente francés le hubiera gustado ser el primer líder europeo en recibir la llamada de Barack Obama, investido ya presidente. Y, a estas alturas, también parece poco probable que, pese a los denodados esfuerzos del Elíseo por organizar un encuentro bilateral, tome la delantera a sus socios y consiga verse con Obama antes de la cumbre londinense. Esta secuencia de hechos, que abre la veda a la libre interpretación, no tendría sin embargo por qué desmentir la «amistad» de la que presume el dirigente galo. Sobre todo después de la afectuosa entrevista que mantuvieron el pasado verano cuando recibió en París al entonces senador por Illinois y aspirante presidencial. Pero la personalidad y carisma del nuevo inquilino de la Casa Blanca plantea la cuestión de si será más amigo o rival, al menos en el plano del liderazgo internacional. Lo que está claro es que el regreso de la potente diplomacia americana al tablero mundial no arredrará a «Sarko». Mucho menos tras haber llevado la iniciativa en la gestión de la crisis económica o del conflicto entre Rusia y Georgia. Bien al contrario, él ya se ve formando tándem. «Estoy deseando que se ponga a trabajar para cambiar juntos el mundo», exclamaba Sarkozy el lunes, convencido de que tiene «una carta que jugar». Alemania, en clave interna En Berlín la competencia se dirime en clave interna. A ocho meses de las elecciones, se respira ambiente de extraña precampaña. Los principales candidatos son socios de gobierno: la canciller conservadora Angela Merkel y su ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier. Y los medios germanos se preguntan qué mano estrechará antes Obama. A favor de Steinmeier juega su indisimulado apoyo al ex senador de Illionis, cuando defendió su derecho a dar un discurso en plena Puerta de Brandeburgo, en contra de la opinión de la canciller. Ambos continuarán su disputa por la atención del nuevo líder mundial en abril, si Obama visita Berlín. Silvio Berlusconi ha evitado participar en la carrera. El primer ministro italiano no sabe todavía cuándo se encontrará con el nuevo presidente norteamericano, pero la reunión será en breve si vuelve a surgir una crisis entre Estados Unidos y Rusia. Lo que es seguro es que la entrevista devolverá a la actualidad aquellas polémicas declaraciones en las que «Il Cavaliere» citó entre las virtudes de Obama su «juventud, buen aspecto y su bronceado».
✕
Accede a tu cuenta para comentar