Marra fuera

a derrota del Real Madrid en Roma no debe considerarse catástrofe. Bastaría el 1-0 en el Santiago Bernabéu para seguir adelante. Lo ocurrido en la capital italiana no es asunto grave. Lo es si se le añaden dos datos que acompañan al equipo en Europa y en las últimas salidas en la Liga española.

El Madrid superó la primera ronda y está en condiciones de continuar porque el equipo romano tampoco es el mejor italiano de la historia. No es, ni parecido, al Milán de Arrigo Sacchi, pongamos por caso. Es conjunto peleón, fuerte en medio campo con De Rossi, y dos hombres por delante, Totti y Mancini, realmente peligrosos. Aun así carece de calidad general comparable a la madridista.

La preocupación que pue- de crear el Madrid no es por esta derrota, sino por el mensaje que está enviando en sus salidas. En Europa no ha conseguido un triunfo consistente y en Liga ha perdido dos partidos de los que entran, teóricamente, en el paquete de los que el aspirante a campeón está obligado a ganar. Las derrotas de Almería y Heliópolis son, evidentemente, señales de alarma.

En la pasada temporada ganó la Liga, provocando ta- quicardias a los socios. Gana- ba los partidos decisivos a la manera heroica. Ahora es capaz de marcar primero, de dar sensación de que en el campo no hay quien le supere y acabar perdiendo.

Se ha acusado al equipo de prepotencia, de creerse que lo tiene ganado y relajarse. También se maneja la teoría de que Bernd Schuster pone a sus equipos en plena forma al comienzo de los torneos para sacar ventaja y servirse de ella para paliar los malos momentos.

El Real Madrid ha llegado a tener nueve puntos de colchón en Liga y ha perdido cuatro inesperadamente. Eso es bastante más preocupante que la derrota en Roma en Liga de Campeones. Quizá le falta gas.