Historia

País Vasco

Merece la pena

La Razón
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Cuando era pequeña y decía que era hija de alemana, mis compañeras de colegio me preguntaban: «¿tu madre es de la Alemania Occidental o la Oriental?». Yo no entendía demasiado, pero sí lo suficiente como para saber que al contestar «de la Occidental» el interlocutor suspiraba tan positivamente como cuando explicaba que mi padre era abogado «defensor» y no «acusador». Crecí con las dos Alemanias tan bien grabadas en la mente que casi me pareció aberrante hablar de unificación en 1989, pensar en hacer un país donde ya había dos. Uno era pobre y otro rico; uno miraba a Rusia, el otro a Estados Unidos; uno había educado a sus niños en el horror al comunismo, el otro en el temor al capitalismo. Los alemanes de uno y otro lado eran ya distintos físicamente, en su forma de vestir, de moverse, de hablar. Cuando Helmut Kohl planteó la unificación se le echaron encima. Iba a ser un fiasco económico, decía la derecha, la República Federal se arruinaría. Los alemanes del Este quedarían en paro, nacería un racismo antioriental, decía la izquierda… Nada de eso pasó. O mejor, pasó de todo un poco, pero enseguida empezó a ser superado. El coloso Kohl ha quedado para la Historia como el hombre que apostó por la ilusión por encima del cálculo. En el País Vasco, desde ayer, se repite en pequeño la historia de las dos Alemanias. Por primera vez en treinta años podemos atrevernos a soñar con la libertad. Patxi López y Antonio Basagoiti han dado a luz un papel que nos permite imaginar un Euskadi sin la reivindicación constante de los presos etarras, sin fondos del PNV para los abertzales, sin la lengua vasca convertida en ariete contra los que hablan español, sin la Ertzaintza al servicio del proyecto independentista, sin la tele a las órdenes del mal. A cambio, socialistas y populares van a tener que pasar por alto muchos de sus intereses. El PP va a tener que aceptar la política económica del PSE. Los socialistas van a tener que distanciarse del PNV. Hay que anteponer el ideal al cálculo, y cuesta, pero más difícil fue lo de Alemania.