Los Ángeles

Noches de Radio Jazz

Un doble CD permite descubrir la apasionante aventura conjunta de este medio de comunicación y el género musical

Noches de Radio Jazz
Noches de Radio Jazzlarazon

El niño narrador de «Días de radio» lo deja bien claro desde el principio del metraje: «En aquellos días la radio se oía constantemente en mi casa». Woody Allen lo atestigua en casi cada minuto de su película, esta vez humor judío sin psicoanálisis, y hoy podemos reconstruirlo en nuestro equipo de música con las trasmisiones radiofónicas incluidas en la antología «Radio Jazz. The Best Broadcast 1937-1953», uno de esos rigurosos y placenteros trabajos que ofrece la discográfica francesa Fremeaux & Associés, que cuenta con unos fondos sonoros descomunales y es distribuida en España por Karonte. Ahí podemos seguir la aventura conjunta de dos formas, de comunicación y artística, nacidas en el siglo XX, aún con raíces en el anterior.Diversas fuentes fijan la fecha de 1922 para las primeras trasmisiones de música de jazz en la radio de Estados Unidos. Para unos fueron Fletcher Henderson y Ethel Waters quienes estrenaron el invento, mientras otros señalan el programa «Jazz Versus Classics», emitido desde Pittsburg, como primer pionero. Apenas dos años antes la Radio, comercial y de entretenimiento, empezó a funcionar en todo el país, después de catorce años de pruebas. Y desde la temprana fecha de 1927 se producen las trasmisiones de los conciertos de las grandes Big Bands de Jazz desde salas como el Cotton Club o el Savoy Ballroom de Nueva York. Los «fans» estaban pendientes del dial y también sirvió para que músicos que no operaban en la Gran Manzana (término que precisamente procede del lenguaje de los músicos de jazz) saltaran allí y al mundo. Y si hoy podemos pensar que los cazatalentos se asoman cada día a MySpace, la radio fue entonces escaparate similar. Una emisora de KansasEs conocida la historia de John Hammond, aunque no siempre se ha contado bien. Corría 1936 cuando Hammond escuchó en la su coche una emisora de Kansas City, que radiaba a la orquesta de Count Basie desde el Reno Club de esta ciudad. Hasta aquí, lo cierto. Luego se suele contar que en el mismo instante Hammond pondría rumbo a Kansas, elipsis de lo que verdaderamente sucedió. Durante meses el descubridor mandó recados a Basie, también desde la revista especializada «Down Beat», a los que éste no contestó hasta que un día procedió a ello. Y fue entonces cuando Hammond acudió a la capital del Medio Oeste. Y logró que fuera a Nueva York a grabar. Así lo cuenta Basie en su autobiografía, «Good Morning Blues», y consigna: «Me impresionó mucho todos los músicos con los que este chaval tan joven estaba familiarizado». Hammond también fue decisivo en el éxito de Benny Goodman y su proclamación como «Rey del Swing» en el Palomar Ballroom de Los Ángeles. Sus conciertos habían sido trasmitidos de Costa a Costa por el programa «Let's Dance» y la juventud asistente ya se sabía los éxitos que iba a bailar. Hammond no dejó el papel de descubridor y fue él quien catapultó luego a Billie Holiday, Bob Dylan y Bruce Springsteen. ¿Cazatalentos?: Cazagenios.En su autobiografía (recientemente traducida por Global Rhythm), Duke Ellington levanta acta de la alianza del jazz, música popular de entonces ya internacionalizada, y la radio: «La retrasmisión por las ondas podía ser empleada por una banda para promocionar su nueva música, y era más o menos seguro que, después de que una canción en particular fuera emitida cada noche a lo largo de cuatro semanas, iba a producirse alguna reacción por parte del público». Y unas páginas más adelante fija el balance: «Sirvieron para que nos encumbráramos a lo más alto... La promoción radiofónica había servido para cuadriplicar nuestro caché».Mecheros «Zipo»El doble disco que comentamos arranca en ese periodo dorado, 1937, y también cubre la etapa heroica de la Segunda Guerra Mundial. En 1943 se funda el AFRS, siglas en inglés de Servicio de Radio de las Fuerzas Armadas, que con su programa «Jazz Jubilee» hacía llegar esta música a los combatientes americanos en el Pacífico y Europa. Terminada la guerra también sería la música que las bandas militares tocaban en los barracones para una juventud europea dispuesta a amar y bailar. Se tiene fijada la imagen, por el cine y los relatos, del militar americano repartiendo mecheros «Zipo» a la población recién liberada de la barbarie nazi. También venían con las emisiones radiofónicas y los «V-Disc», V de Victoria, se entiende, los únicos que se grabaron en el momento de «economía de guerra». Muchos de ellos también provenían de trasmisiones de radio, en las que los músicos participaban sin cobrar, sumándose al «esfuerzo de guerra». También se cuenta que en más de un país europeo el jazz fue la banda sonora de la Resistencia. Así, si alguien hacía girar el dial en Dinamarca y escuchaba compás de jazz, sabía que pronto tendría información de las Fuerzas Aliadas.Más que confirmada hoy la única patria que reconocía Boris Vian, la de «los jazzófilos de todo pelaje», la radio sigue siendo vía de comunicación de una música que no es precisamente la más popular de esta época. El trabajo de profesionales de larga trayectoria (ver recuadro) y el esfuerzo de decenas de aficionados conocedores en radios locales y sin soldada permite que podamos seguir descubriendo novedades al alcance de nuestro dial. Y, ciertamente, puede pensarse que es nueva toda música que aún no hemos escuchado.